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Viajes

Eterna elegancia discreta Guía para el viajero

Budapest alimenta el ánimo con sus balnearios, cafés y paseos junto al Danubio.

El buen vivir despierta imágenes mentales concretas: bellos paisajes, calles hermosas, arte, buena comida, música, un baño relajante, ritmo pausado, la distinción en los detalles… No es de extrañar que la fama de Budapest crezca sin cesar, por cuanto todas esas cualidades forman parte del alma de la capital húngara. Al ritmo contenido pero vibrante de un vals de Liszt, al de los grupos que celebran este agosto el Sziget Festival, el "Woodstock del Danubio", o incluso el de los monoplazas que disputan este fin de semana el Gran Premio de Hungría, podemos disfrutar de una ciudad en la que el buen vivir está presente casi en cada esquina.

Hay dos factores decisivos en la visita a la ciudad. El primero es la clase de las propias calles, el ambiente que combina la elegancia de un viejo imperio con la modernidad de un país en extrovertida evolución. Se degusta en un paseo por la avenida Andrassy, salpicada de mansiones con el buqué de ese pasado que puede disfrutarse en las novelas de Sandor Marai; el deambular sin prisa por el cuidado barrio medieval en la cima de Buda; o el placer de caminar por la peatonal y bulliciosa calle Vaci.

La segunda presencia es el Danubio: el alma de la Europa Oriental, por el que se pasa y se pasea en incontables y placenteras ocasiones. Hay muchos ríos hermosos en el mundo, pero el Danubio siempre será especial por su significación histórica, su carácter de nexo entre pueblos y, para qué negarlo, su propia belleza. En Budapest traza un arco y se estrecha levemente, lo que es la propia razón de existir de la ciudad. Al tratarse del punto más fácilmente vadeable del río en muchos kilómetros, ya los romanos instalaron aquí un campamento importante para vigilar su frontera norte: Aquincum.

Por otra parte, Budapest es una ciudad termal con cerca de un centenar de manantiales de agua con todo tipo de cualidades. La moda contemporánea del spa y el wellness puede disfrutarse aquí con todo el sabor de una tradición bien asentada, en el marco de edificios de valor histórico y en manos de expertos que son herederos de técnicas literalmente centenarias.

Hasta hoy se conserva un baño que los conquistadores turcos construyeron en el siglo XVI, el Kiraly, a disposición de los visitantes en una modélica restauración. Aunque no es el más popular para los habitantes de la ciudad, que acuden en gran número al enorme complejo de Szechenyi, en el Parque Municipal de Pest. El repaso no estaría completo sin mencionar el hotel-balneario Gellert, que esconde una fuente termal conocida desde la Edad Media.

Pero Budapest ofrece más que descanso. El Gellert se encuentra, de hecho, al pie de la colina del mismo nombre, y desde allí podemos tomar el Budavari Siklo Menetjegy, un viejo funicular que nos conduce a las entrañas de la vieja ciudad de Buda. Aquí tendremos algunas de las vistas más privilegiadas del Danubio, y por supuesto, de Pest; según los guías locales, Pest sólo se ve bien desde Buda, y Buda sólo desde Pest… Pero también tendremos acceso a los museos y monumentos que se encuentran en el área del Palacio Real.

Alimentos y bebidas pueden contarse entre las estrellas a la hora de comprar regalos. Cerca de Vaci se encuentra el Gran Mercado, un recinto en el que los aromas harán la boca agua mientras se adquiere el tradicional pimentón húngaro, sabrosos embutidos o el turo rudi, requesón recubierto de chocolate. Se dice que Margaret Thatcher, en una visita, no pudo resistir aquí la tentación y se compró ¡una ristra de ajos! Otros productos húngaros que pueden llevarse como recuerdo son las porcelanas de Herend, los bordados tradicionales y, por supuesto, los vinos, empezando por el mítico Tokaji.

Guía del viajero

Cómo ir. Tanto Malev, las líneas aéreas húngaras, como Iberia cuentan con vuelos directos diarios entre Madrid y Budapest. Esta última y Vueling cuentan también con enlaces a Barcelona.Dónde dormir. La tentación de pernoctar en el mítico Hotel Gellert (+36-1 889 5500) se ve compensada en el plano histórico, pero no ofrece tanto confort como otros alojamientos de lujo de la ciudad. Es el caso, por ejemplo, del Mamaisson Andrassy (+36 1 462 2100), de reciente construcción, y próximo a la célebre avenida del mismo nombre. El clásico President (+36 1 373 8200) y el majestuoso Four Seasons Gresham Palace (+36 1 268 6000) son otras opciones.Comer y salir. El Gundel (+36 1 468 4040), un inconfundible edificio decimonónico situado a la entrada del zoo y enmarcado en el hermoso parque central de la ciudad, es la opción "por defecto", aunque la nueva cocina húngara vale la pena y puede degustarse en lugares como el Képiro o el Café Kör. Tras la cena, la vida nocturna es muy intensa en la ciudad, con numerosos locales abiertos en las inmediaciones del río o en barcos sobre el propio Danubio.

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