El mundo quiere sus pirámides del siglo XXI
De rascacielos de casi un kilómetro de altura a islas artificiales en el desierto. Nuevas maravillas para la posteridad.

Dicen los textos clásicos que la mayor obra jamás levantada por el hombre en la antigüedad fue el Coloso de Rodas, un monumento de bronce erigido en la ciudad del mismo nombre en honor al dios Helios. Aunque los historiadores continúan debatiendo si se emplazó a la entrada del puerto de la polis griega o en una colina, lo cierto es que su belleza y sus 32 metros de altura le valieron su entrada en la selecta lista de las siete maravillas.
El tiempo ha pasado y los cambios se han sucedido desde el siglo III antes de Cristo. Entre otras cosas, la península Arábiga, entonces dominada por el imperio persa, se ha sabido reconvertir en el epicentro global de los excesos urbanísticos, dejando atrás incluso a megaurbes asiáticas del calibre de Hong Kong, que a su vez ningunearon a las grandes ciudades estadounidenses en los años noventa.
Desde la azotea de la torre Burj Khalifa de Dubai ni siquiera se divisaría el Coloso de Rodas si se volviese a construir al lado. Sus 828 metros de altura superan en casi medio kilómetro al Empire State Buildng de Nueva York. Un prodigio de la ingeniería moderna que nadie se hubiese atrevido siquiera a soñar hace apenas 20 años.
Levantar sus (¡163!) plantas revolucionó el concepto de cimientos, que requirieron 12.500 metros cúbicos de hormigón e incluyen 192 pilotes de metro y medio de grosor y 43 de profundidad.
No muy lejos del rascacielos prosiguen los trabajos para ultimar las tres islas artificiales (dos con forma de palmera y otra que reproduce un mapamundi) construidas a escasos metros de la costa de la desértica capital de los Emiratos Árabes. El ritmo de las obras, eso sí, no ha recuperado el brío anterior a la reciente crisis inmobiliaria que azotó al país.
Dichas islas, las Palm Islands, están concebidas como zona residencial y comercial de superlujo. En un alarde de ostentación, otra de ellas, The World, reproduce el mapa del mundo a través de 300 pequeñas islas, que han sido vendidas a magnates y famosos por precios que se mueven entre los 15 y los 250 millones de dólares (Brangelina, Brad Pitt y Angelina Jolie, la pareja del momento, se hizo con la isla de Etiopía).
La idea de las islas artificiales, por cierto, triunfó también en España. Un grupo inmobiliario concibió en 2007 una de un kilómetro de diámetro frente a la playa de Malvarrosa, en Valencia. El estallido de la burbuja inmobiliaria estadounidense y su posterior resaca en nuestro país paralizó la idea, para mayor regocijo de los muchos opositores al proyecto.
Pero no todas las grandes obras del mundo tienen que ver con el lujo asiático. Las hay que lo que buscan es facilitar la vida a la gente. Un ejemplo: el puente de Messina, que unirá la isla de Sicilia con la Italia continental. El proyecto lo desarrollará, por cierto, la española Sacyr de la mano con la italiana Impreglio (su socia también en las faraónicas obras de ampliación del Canal de Panamá). Una obra de casi 4.000 millones de euros y 3.300 metros de longitud, lo que lo convertirá en el mayor puente de Europa.
El más largo del mundo, sin embargo, está en China. Se llama Hangzhou Wan Kuahai Da Quiao, situado en la bahía del mismo (impronunciable) nombre y que mide la friolera de 35,6 kilómetros. Seis carriles que tardaron cinco años en construirse y que costaron 1.260 millones de euros.
Las conexiones marítimas prometen ser una mina de proyectos de grandes dimensiones. Emulando al túnel del Canal de la Mancha, hace tiempo que se habla de sendos proyectos para unir bajo suelo el estrecho del Bósforo y el de Algeciras. O lo que es lo mismo, Europa con Asia y África, en lo que serían los primeros nexos intercontinentales. En ambos casos, sin embargo, a los altos costes se suma que no se ha consensuado ni siquiera el trazado.
Hay que volver a Asia, sin embargo, para encontrar el proyecto de proyectos. Algunas informaciones apuntan a que China trabaja en un macroplán para añadir más de 8.000 kilómetros de líneas ferroviarias de alta velocidad a los que ya tiene. El monstruoso trayecto principal uniría el país con otros 17, incluyendo... ¡Reino Unido! Dicha obra, que dejaría en nada la muralla china, permitiría cubrir el trayecto entre Londres y Pekín en dos días.
Desde luego, una red de estas proporciones suena a ciencia ficción, sobre todo por el desembolso que supondría. Pero claro, quién le iba a decir al orgulloso arquitecto que levantó el Coloso de Rodas que un día se llegaría a construir una estructura de casi un kilómetro de altura...
Las cifras
828 metros es la altura del Burj Khalifa, el rascacielos más alto del planeta, casi 500 más que el Empire State Building.1.500 millones de euros fue el coste de levantar el edificio.57 son los ascensores con los que cuenta, que dan acceso a 344.000 metros cuadrados útiles.
Japón se atreve con los Emiratos Árabes
Las proporciones de la torre Burj Khalifa parecen inalcanzables. De hecho, superan con creces al segundo mayor edificio del mundo, la torre Taipei 101 (509 metros), y el sentido común indica que así será durante mucho tiempoPero ya hay quien está pensando en hacerle sombra a la mole de Arabia. La japonesa Takenaka Corporation ha proyectado un rascacielos que, esta vez sí, alcanzaría los 1.000 metros de altura.Pero tan llamativa es esa cifra como el ancho en el que trabajan: 400 metros en la base, que luego se irían estrechando describiendo una forma cónica. El edificio-ciudad contaría con áreas residenciales, centros comerciales, supermercados, parques y hasta sus propias líneas de tren para desplazarse por dentro de la mole."Nuestra filosofía es contribuir a la sociedad dejando los mejores proyectos para las próximas generaciones", se puede leer en la carta de presentación del presidente de la compañía, Toichi Takenaka, colgada en el sitio web de la misma."Creamos arquitectura que responde tanto a la necesidad de la época como a las expectativas de nuestros clientes, y eso supone un activo para la sociedad y un símbolo duradero de la cultura", acaba el texto.
Historia de la altura
El primero. El Empire State Building maravilló al mundo desde que se empezó a construir en el fatídico 1929. El rascacielos fue el más alto del mundo desde 1931 hasta 1972, año en que se completó la construcción de la torre norte del World Trade Center (la primera de las torres gemelas).
El reinado corto. La torre Taipei 101, emplazada en la isla de Taiwán, mide 529 metros y cuenta con 106 plantas. Sus arquitectos (y especialmente la constructora que lo levantó) todavía deben de estar dándose golpes contra la pared, porque su reinado duró apenas seis años: losque pasaron desde su inauguración en el año 2004 y la presentación en sociedad del Burj Khalifa. Eso sí, hay un récord que ha logrado mantener. Su ascensor es el más rápido del planeta: en apenas 37 segundos lleva a 30 personas desde el quinto piso hasta la planta 89.