Concluye la presidencia española de la UE tras seis meses de crisis
La crisis internacional no ha dado respiro al Gobierno durante la presidencia rotatoria de la UE, seis meses marcados por las turbulencias financieras, la urgencia de rescatar a Grecia y la necesidad de salvar el euro, que han concluido con una apuesta de los Veintisiete por un gobierno económico común.
A pesar de las críticas de la oposición parlamentaria a la actuación del Ejecutivo al considerar que se ha cerrado el semestre con una economía "intervenida", el Gobierno cree que su trabajo ha sido "eficaz y diligente", en un contexto económico excepcionalmente complicado.
Si cuando en enero se conoció el programa para la presidencia de turno el diario británico Financial Times lo calificó de "extremadamente anodino", a punto de concluir el mandato, en la Moncloa hay coincidencia en que pocos elegirían ese adjetivo para definir lo ocurrido en este periodo.
De lo anodino se ha pasado a lo inesperado y la UE se ha volcado en la adopción de decisiones impensables hace un año, como el plan de rescate para Grecia o el mecanismo europeo de estabilización financiera que permitirá movilizar hasta 750.000 millones de euros para apoyar a países en riesgo de quiebra.
El Ejecutivo considera cumplidas sus dos prioridades para el semestre: fomentar la coordinación económica europea y poner en marcha los cambios institucionales del Tratado de Lisboa.
Las perturbaciones de los mercados de la zona euro, primero por la crisis griega y después por los rumores sobre la salud de las finanzas españolas, allanó el camino para alcanzar el primero de los objetivos.
Los Veintisiete dieron así pasos para endurecer las reglas de disciplina fiscal y aumentar el control de Bruselas sobre las estadísticas y los presupuestos nacionales.
El último Consejo Europeo cumplió además con el calendario y aprobó la Estrategia Europa 2020, instrumento que fija los objetivos que deben alcanzarse en materia de empleo, innovación, educación, cambio climático e inclusión social para avanzar hacia una economía más sostenible en la próxima década.
El segundo de los objetivos, la aplicación del Tratado de Lisboa, ha acarreado la pérdida de protagonismo de la presidencia semestral en favor del presidente estable del Consejo, el belga Herman Van Rompuy, aunque el líder del PP, Marino Rajoy, manifestó esta semana sus dudas sobre si Zapatero había cedido ese protagonismo o si Bruselas se lo había negado.
Al margen de estos ejes, el Gobierno destaca entre sus logros el debate sobre el vehículo eléctrico, la adopción de la Agenda digital europea para avanzar hacia un mercado único de las comunicaciones electrónicas, la aprobación de la Estrategia de seguridad interior, o el impulso de la Iniciativa legislativa ciudadana y la futura orden de protección europea para las víctimas de la violencia de género.
Entre las citas exitosas, el Ejecutivo resalta la primera cumbre de la UE con Marruecos y los acuerdos alcanzados con América Latina y el Caribe, aunque no oculta su decepción por la cancelación de la cumbre con Estados Unidos, que habría implicado la primera visita a España de Barack Obama.
También cayó de la agenda la cumbre de la Unión por el Mediterráneo, aunque, como reconoció esta semana el propio Zapatero, casi puede considerarse un éxito que se aplazara a noviembre viendo los últimos sucesos en Oriente Próximo y el trágico asalto israelí a la "Flotilla de la libertad".