Clase de cambio climático al pie de un glaciar
Suiza incluye el deshielo de un importante macizo en su sistema educativo
En el valle de Grindelwald, una de las estaciones de esquí más cotizadas de Suiza, el cambio climático no es una hipotética amenaza de horizonte lejano. Cada año, desde hace ya muchos, la masa de hielo que colma el pico del Eiger, una de las tres montañas del macizo Jungfrau (virgen, en alemán), que domina este magnífico valle, se funde un poco más. En una región que vive en un 90% del turismo de montaña y del atractivo del glaciar de 24 kilómetros, el más largo de Europa, a la toma de medidas para frenar el imparable retroceso del hielo le faltaba algo. Visión de futuro.
Por ello, los municipios de la Suiza alemana y romanda de Grindelwald, Gündlischwand, Lütschental y Lauterbrunnen se han unido, con el apoyo económico de la empresa eléctrica BKW FMB Energy, para trasladar el impacto del cambio climático al sistema educativo. "Se trata de que los jóvenes descubran, palpen y comprendan por sí mismos las consecuencias del cambio climático, y que saquen sus propias conclusiones", explica Martin Pfisterer, miembro del comité ejecutivo de la eléctrica y uno de los impulsores del proyecto. Para ello, una selección de 2.000 estudiantes de entre 15 y 17 años de toda Suiza podrá recorrer durante dos días el glaciar del valle de Grindelwald, a los pies del imponente macizo Eiger.
A las siete de la mañana, en la estación de tren, la primera veintena de estudiantes que subirán a más de 3.500 metros de altura está lista y espera un remonte que en 2012 celebrará su primer centenario. El visionario suizo Adolf Guer-Zeller convenció a los poderes públicos en 1894 para perforar la montaña y crear el túnel más alto de Europa. La hazaña costó 16 años, una inversión de 15 millones de francos suizos (11 millones de euros) y la vida de muchos hombres.
Tras cerca de cien años de funcionamiento y con varios municipios que viven de los remontes para el esquí en invierno y actividades de senderismo en verano, la compañía gestora Jungraubhan, "el techo de Europa", con una cifra de negocio de 150 millones de francos suizos (110 millones de euros), gasta cada año entre uno y tres millones de francos suizos (cerca de 800.000 euros) en obras de reparación para contener el deshielo y que la roca permanezca unida. "Tememos que los efectos empeoren en los próximos años", explica Christoph Schäppi, director ejecutivo adjunto de la compañía.
La primera lección que aprenden los estudiantes escogidos es que, al desaparecer el hielo, la roca se desmiembra, con el peligro que supone para los turistas. Al salir de la boca del túnel del tren al glaciar, el guía les explica que el acceso se ha desplazado en unos metros hace tan sólo varios meses, por el desprendimiento de toda una pared de roca.
El retroceso del hielo empieza también a afectar a los alpinistas, que acuden cada año en peregrinación en busca de la cara norte del Eiger, una de las más peligrosas y excitantes del mundo. Cada año mueren varios de los candidatos que intentan subirla. Desde hace algún tiempo, a medida que ascienden, ven cómo caen estalactitas de hielo que antes ni se inmutaban.
La escuela de perros husky que recorre el glaciar desde hace años termina en 2010 su andadura. La pérdida de nieve les impide deslizar sus patas. Otra actividad que se acaba con el deshielo del Eiger.
Las cifras
2.000 estudiantes subirán al Eiger para observar los efectos del deshielo del glaciar.90% del valle de Grindelwald vive del turismo que genera el macizo.
Contener el glaciar con tachuelas, ¿hasta cuándo?
Tres estudiantes del nuevo proyecto educativo sobre cambio climático sujetan un trozo de piedras unidas por una masa de hielo. Mientras, una de sus compañeras insufla a la masa aire caliente de un secador.A medida que el hielo se derrite, las piedras caen, hasta que sólo queda el garfio de hierro que sujetaba el conjunto. Sin el hielo, en realidad el garfio sirve de poco. De igual modo, las tachuelas de hormigón que ahora visten parte del glaciar, imitando el efecto cohesionador del hielo, tienen una corta esperanza de vida.A medida que el hielo retroceda, las rocas se desprenderán de la montaña y el cemento poco tendrá que hacer para mantener la estructura. Si acaso, mantiene la ilusión de que el modo de vida de la región, que vive del glaciar, puede prolongarse sine díe.El palacio de hielo construido a 3.500 metros de altitud a base de excavaciones sobre el glaciar se sostiene gracias al aire frío que unos inmensos motores insuflan a las enormes masas de hielo. Toda una batería de medidas que contendrán el hielo, pero por poco tiempo.