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Pequeños gigantes

Embajador de vinos españoles de calidad

Marqués de Cáceres cumple 40 años exportando a más de 120 países.

Su presencia internacional es el reflejo de una trayectoria de éxito iniciada en 1970 por su fundador, Enrique Forner, y hoy seguida por su hija Cristina, al frente del negocio familiar desde 2007. Este año, Marqués de Cáceres celebra su 40 aniversario, pero su historia comienza mucho antes, en 1920, en Sagunto (Valencia), donde el abuelo y el padre de Enrique Forner montaron un negocio familiar dedicado a la producción de vinos de la zona que exportaban a Francia y a Suiza.

La Guerra Civil empujó a la familia al exilio en Francia. En el país vecino, siguiendo con la tradición familiar, Enrique Forner puso en práctica su vocación a partir de la viña y el vino, que le llevó primero a un pequeño viñedo en Minervois, en el sur; más tarde, a los valles del Ródano y del Loira, y, finalmente, en 1964, a instalarse en Haut-Médoc (Burdeos) donde se hizo cargo de los Chateaux Larose Trintaudon y Camensac, en estado de abandono, para recuperar su prestigio de antaño.

El regreso a España se produjo en 1968 tras una larga y exitosa experiencia en Francia. Forner se dirigió al corazón de La Rioja, donde, asesorado por el enólogo francés æpermil;mile Peynaud, fundó la bodega Marqués de Cáceres en 1970.

Para explorar todo el potencial de los viñedos de la zona, Forner rompió con la tradición local de vinos tintos secados por la madera y de blancos y rosados al borde de la oxidación. Se enfrentó también a la costumbre de los productores locales de mezclar diferentes añadas en un mismo vino e inició con otras seis bodegas, a las que la prensa de la época llamó los "7 Magníficos", un proceso para cambiar las reglas del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Rioja. Siete años después, esta iniciativa concluyó en los tribunales de Burgos, cuyo dictamen obligó, a partir de 1979, a marcar la añada en las etiquetas y asegurar el control riguroso de las producciones.

Fue en 1974 cuando el marqués de Cáceres cedió el uso de su título nobiliario como marca comercial, convirtiéndose en accionista de la bodega. Un año después, se produjo el lanzamiento de los dos primeros tintos, Crianza 1970 y Reserva 1968, y se iniciaron las primeras exportaciones a Suiza, Bélgica, Holanda e Inglaterra, que poco después se ampliaron a Estados Unidos. En pocos años, la bodega alcanzó una gran notoriedad tanto en España como en el extranjero, donde hoy vende más de la mitad de su producción.

La tercera generación toma el relevo

Tras más de 25 años encargada de la misión de abrir un hueco en los mercados internacionales para los vinos de Marqués de Cáceres, trabajando codo con codo con su padre, Cristina Forner encarna hoy la tercera generación al mando de esta empresa familiar.El compromiso con la calidad y el prestigio de la familia Forner siempre ha sido un planteamiento de futuro, a largo plazo. "No es casualidad que durante sus primeros cuatro años de actividad la bodega se limitara a seleccionar las uvas compradas, vinificarlas con esmero y criar los vinos en las mejores barricas de roble francés para afinarlos después en botella", afirma Cristina Forner. Los primeros caldos no se comercializaron, por lo tanto, hasta 1975. Esta filosofía se conserva en su integridad. Es una apuesta que le ha garantizado a Marqués de Cáceres el reconocimiento internacional.Enrique Forner creó un estilo nuevo de vinos agradables y expresivos que se lanzan al mercado en el momento óptimo de consumo. Una idea que su hija mantiene. La bodega está considerada como uno de los mejores embajadores de vinos españoles en el mundo. Una recompensa a la trayectoria de su fundador y de su equipo.

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