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Centros residenciales

Los abuelos españoles retornan a los hogares a causa de la crisis

El índice de desocupación de las residencias asciende hasta el 20% a causa del paro y la Ley de Dependencia.

La crisis está librando a muchas familias españolas de tener que tomar la decisión, en muchos casos muy dura, de llevar al abuelo a la residencia. El paro derivado de la actual situación económica y la Ley de Dependencia son los máximos responsables de situaciones cada día más frecuentes, como la morosidad en los pagos mensuales de las familias o el retorno de muchos mayores al seno de los hogares, retomando de nuevo el modelo llamado abuelo golondrina, donde el anciano rota para su cuidado entre todos sus hijos. Esto es, al menos, lo que han señalado diversas fuentes consultadas, que hablan de un nivel de desocupación actual de las plazas residenciales españolas de hasta el 20%.

Murcia y Andalucía son dos de las comunidades españolas donde ha aumentado esta práctica. De hecho, en Murcia, el 70% de los ancianos está siendo cuidado en casa, según ha estimado el presidente de la Federación Empresarial para la Dependencia, José Luis Palacios Martínez, y en Andalucía, con una tasa del 54%, esta práctica también crece como la espuma.

Jorge Guarner, consejero delegado del Grupo Sar y presidente de la Asociación de Empresas de Servicios para la Dependencia (Aeste), que aglutina a los 12 primeros grupos residenciales del sector, con 45.000 camas, ha explicado que esta situación obedece, sobre todo, a que las ayudas a los cuidadores (prestación económica vinculada), previstas en la Ley de Dependencia para casos excepcionales (por ejemplo, poblaciones donde el servicio no puede llegar por ser éstas muy pequeñas), se han convertido en norma.

Además, la falta de reglamentación de la Ley de Dependencia en capítulos como la acreditación de las residencias, el copago (totalmente aceptado en este terreno), todavía pendiente en muchas comunidades autónomas, y la crisis, que además de ralentizar el pago de algunas comunidades, como Valencia y Madrid, está provocando la escasez de plazas concertadas, que salen a concurso, está poniendo muy nerviosas a las empresas del sector. Un sector en donde en apenas 15 años de existencia han entrado grandes grupos inversores oportunistas, como las constructoras, entidades financieras y aseguradoras, etc., que han construido residencias de superlujo y "ahora no tienen más remedio que asistir a concursos públicos, donde el beneficio es mucho menor", asevera Palacios. Tanto es así, que en estos momentos muchas de esas empresas están intentando salir de este negocio o incluso se están produciendo embargos en algunos centros.

La situación no es grave, pero tiene algo asustados a los empresarios, ya que además las residencias cuentan con unos altos gastos de personal, debido a que los requisitos normativos exigen 0,5 empleados por cada persona ingresada, lo que implica que sólo se compensarían con una alta ocupación de los centros. En su corta existencia, este sector emergente, que ha crecido con mucha rapidez, se enfrenta a la primera crisis de racionalización, según asegura Domènec Crosas, director de Sanitas Residencial.

La externalización de los servicios es una de las argucias de las que se están valiendo muchos centros para resistir. Servicios de lavandería, fisioterapeutas, comida a domicilio, la teleasistencia o la telemedicina son ya prácticas habituales de las residencias, que también están incorporando centros de día, unidades para la nueva generación de demencias y terapias innovadoras.

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