Sintra, más allá del castillo
Hoteles de cinco estrellas y manjares artesanales poco conocidos renuevan los atractivos de un enclave mítico entre las casas reales que veraneaban en Portugal
Durante siglos, la sierra de Sintra fue el destino predilecto de veraneo de los monarcas que gobernaron Portugal. Los antiguos reyes erigieron palacios donde gozaron de impagables vistas desde lo alto, las viejas órdenes de monjes jerónimos la eligieron como lugar de meditación y retiro, y plumas maestras como la de José Saramago le han dedicado más de un renglón. "Todos los caminos conducen a Sintra", escribió alguna vez el autor de Ensayo sobre la ceguera.
Hoy es el lugar preferido de los excursionistas que buscan combinar las riquezas de la naturaleza con un poco de historia, ya que las colinas y los bosques de la región albergan numerosos palacios y monumentos. Los más afortunados (y también más pudientes) pueden alojarse en plena reserva natural, puesto que más de un visionario ha hecho de sus montañas el mayor atractivo de un hotel cinco estrellas.
La sierra presume imponente de su exuberante verdor. Sinuosos caminos desaparecen en medio de los tupidos árboles y varias maravillosas y antiguas joyas arquitectónicas podrían pasar desapercibidas en medio del grueso follaje. Es el caso de pequeñas parroquias que aparacen de repente tras un roble o que permanecen ocultas por un par de cedros.
Otras monumentos, sin duda imponentes, gozan de mejores enclaves. Uno es el conocido Palacio Nacional de Peña, que fue mandado construir por Fernando II en 1840 en lo alto de una colina. Fue levantado sobre las ruinas de un antiguo convento de frailes jerónimos edificado a inicios del siglo XVI. Sus torres más altas y la cúpula principal se hallan a casi 500 metros del suelo, y constituye el máximo ejemplar de la arquitectura romántica portuguesa. Por dentro es toda una suerte de extravagancia, de combinación de estilos y épocas que deja muy poco a la imaginación. Conserva mobiliario del siglo XIX y el visitante puede curiosear por el dormitorio de la reina, husmear en el pomposo baño del monarca, pasear por los salones de baile que alguna vez rechinaron durante las noches de fiesta y perderse en los laberintos de una enorme cocina que prometía banquetes para los más exigentes paladares.
Para los modernos y siempre exigentes gustos culinarios, si bien es cierto que no hay cocineros de palacio, sí existe el hotel Penha Longa, sumergido en el parque natural que comparten Sintra y Cascais. El hotel cuenta con lo mejor de la comida portuguesa, con un menú especializado en comida mediterránea y otro con recetas de inspiración japonesa.
Para probar un poco de la gastronomía más tradicional de Sintra, basta con fugarse al centro histórico de la localidad. Una vez ahí, sobran las casas de estilo colonial que han sido transformadas en pintorescas pastelerías, las cuales ofrecen al visitante los típicos travesseiros y queijadas.
En medio de la plaza se erige el Palacio de Villa, la residencia favorita de los últimos monarcas portugueses durante el verano, según fuentes históricas. Los alrededores están abarrotados de pequeños comercios que compiten entre sí por mostrar a los turistas su mejor cerámica y los más vistosos tejidos confeccionados a mano. Las calles son estrechas y encierran el olor a comida que escapa de la multitud de cafeterías y restaurantes que convergen en la plaza. Los amantes del vino también tienen la oportunidad de disfrutar en estos establecimientos de un buen caldo de Oporto, entre las opciones que se ofertan al mejor postor.
El viaje no puede terminar sin antes visitar uno de los puntos fuertes de Sintra y ver el encuentro entre la sierra y el mar en Cabo de Roca. Es un mirador ubicado en un acantilado que se encuentra a 140 metros sobre el nivel del mar y que es conocido como "el lugar donde la tierra termina y el mar comienza".
Guía para el viajero
Cómo ir. La aerolínea Easyjet, entre otras, dispone de vuelos directos a Lisboa. El trayecto hasta Sintra se cubre en 30 minutos en el tren de cercanías que sale de la estación lisboeta Sete Ríos.
Dónde dormir. El hotel Penha Longa está ubicado a sólo media hora del aeropuerto y a 20 minutos del centro de la ciudad. Cuenta con 194 habitaciones completamente equipadas, además de spa, piscina, gimnasio y campos de golf.
Dónde comer. El centro de la ciudad tiene una amplia oferta de locales con comida a la vista, y restaurantes más especializados. Vale la pena darse un paseo por las pastelerías y probar los típicos travesseiros y queijadas, famosos en todo Portugal.
El open de golf
El parque natural da acogida a los amantes del golf. El Open de Portugal 2010 se desarrolla este fin de semana en uno de los campos de golf gestionados por el hotel Penha Longa. Para los aficionados, el hotel pone a su disposición otro campo de nueve hoyos.