El plan alemán, un arma de doble filo
El plan de ajuste fiscal anunciado ayer por la canciller alemana, Angela Merkel, valorado en 80.000 millones en recortes hasta 2014, cumple con un claro mensaje de austeridad, lanzado para consumo de los mercados. La canciller está decidida a seguir a rajatabla con la consolidación fiscal de la locomotora europea de forma que llegue a tiempo al objetivo de estabilidad comprometido para 2013, y sirva de ejemplo, de paso, al resto de países de la UE, enfrascados estos días también en recortes presupuestarios.
Sin embargo, el plan de Merkel, acogido ayer con frialdad por las bolsas europeas, despierta también sus inquietudes entre más de un analista de renombre e, incluso, entre altos cargos de instituciones multilaterales. Y es que Alemania, que ya ha salido de la recesión, que cuenta con un déficit fiscal relativamente controlado (lejos del 11,2% de España y del 11,1% del Reino Unido) y un poder exportador casi intacto desde comienzos de la crisis es, precisamente, la que menos necesita de grandes ajustes para cumplir con sus compromisos. Es más, su aplicación podría poner en peligro la recuperación de otros países europeos, que dependen de la demanda interna alemana. "Se debe frenar el gasto público, sobre todo el de las administraciones territoriales, pero tampoco conviene pasarse en la frenada", admite sotto voce un analista de una gran entidad financiera española. Esta tesis del arma de doble filo que puede suponer la frenada en seco del gasto público, ya la hizo patente hace pocos días el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, quien alertó del "exceso de celo" que algunas economías podían incurrir, perjudicando el crecimiento económico en un intento de recortar el déficit. La tesis de Blanchard es que el recorte fiscal, siendo necesario, no debe ser uniforme sino graduarse según la situación de cada país.
Otro problema añadido del ajuste alemán es el de la prima de riesgo. Las medidas de Berlín servirán para castigar al resto de economías en los mercados de deuda soberana, ya que los inversores preferirán el bono alemán aún más de lo que ya de por sí lo hacían hasta ahora. Quizá sirva para Alemania, que pagará menos intereses por emitir deuda pero no para el conjunto de la UE, que verá cómo el euro sigue depreciándose mientras crece la divergencia entre los países que lo componen.