El histrión ganador
El entrenador portugués revoluciona el fútbol internacional tras el anuncio de su fichaje por el Real Madrid. Rodeado de polémica, como siempre, es el técnico más mediático del planeta.
Es listo. Cuando llegó al Fútbol Club Barcelona, de esto hace ya casi tres lustros, y hacía de traductor del mister Bobby Robson ante el presidente culé, José Luis Núñez, y su vicepresidente, Juan Gaspart, José Mourinho se divirtió lo suyo, sobre todo cuando los catalanes hacían comentarios entre ellos, por supuesto en catalán, y escatimaban información al entrenador. Apenas llevaba unos meses en Barcelona, pero ya entendía lo que decían. Nunca dijo nada y más de una vez se echó unas risas a costa de esta situación con algún amigo barcelonés. Un ejemplo de habilidad y astucia. Nacido en Setúbal (Portugal) hace 47 años, llega al Real Madrid como un galáctico más, con un sueldo de 10 millones de euros netos al año, por encima del salario anual del directivo mejor pagado en España. Es el técnico mejor remunerado de la historia del balompié. Entra en el Bernabéu por la puerta grande.
Su historial no merece reproche: fue un alumno aplicado y un ayudante disciplinado con Robson en el Sporting de Lisboa, más tarde en el Oporto, luego en Barcelona, donde continuó con Louis Van Gaal, al que el sábado pasado le arrebató en el Bernabéu la Champions, tras la victoria del Inter sobre el Bayern. Al equipo italiano le ha llevado a la cima, con la Liga, la Copa y la Champions. También ganó dos veces la Liga inglesa con el Chelsea, donde llegó de la mano del polémico magnate Roman Abramovich, con el que acabó mal. Lo cierto es que Mourinho deja indiferente a muy pocos. Igual se pelea con los árbitros y entrenadores rivales que acaba en comisaría arrestado por evitar que la policía se llevara para una cuarentena a su yorkshire terrier. Su manera de entender el fútbol y sus formas son discutidas, pero donde gana es en la distancia corta. Lo recuerda el ex presidente del Barça, Joan Gaspart, y, al margen de diferencias deportivas, lo define como "buena persona, dialogante y sencillo". Es más, recuerda una escena entrañable del portugués esperando sentado en la cama de un hotel madrileño aguardando la fumata blanca. Gaspart negociaba e iba de la habitación de Robson, empeñado en que Mourinho le acompañara en su aventura blaugrana, a la estancia del presidente Núñez, que ansiaba un ayudante de la cantera, no un extranjero. "Cuando lo veo ahora no dejo de acordarme de esa escena, de él con cara de niño, esperando pacientemente, y ahí nos hicimos amigos", señala Gaspart, que en los comienzos apadrinó al recién llegado, incluso le ayudó económicamente. "Como ganaba poco dinero, los primeros días en Barcelona vivió en casa, en el hotel Arenas de Husa cadena de la que es propietario. Es una persona a la que aprecio mucho", recalca.
Los que le conocen aseguran que vive por y para el fútbol, disciplina con la que convivió desde que era un niño. Su padre fue portero y entrenador. Su madre, maestra. Ya de adolescente, Mou comenzó a colaborar con su progenitor haciendo informes sobre los equipos rivales. Siempre lleva una libreta encima. "Es bueno analizando al rival, ya que es muy observador, nada se le escapa", recuerda un amigo. Pero si algo pesa en su currículo, y él más que nadie es consciente de ello, es su falta de creatividad sobre el césped. Por una razón: no ha sido jugador de fútbol de éxito. Sus escarceos como futbolista nunca han sido dignos de mención. Es su asignatura pendiente. No ha llegado a entrenador, como la mayoría, tras colgar las botas de futbolista. Por tanto, conoce la teoría, estudió Educación Física, pero no disfruta con el juego. Ahora, en cambio tiene que devolver a los madridistas, tras una pésima temporada, la ilusión.
¿Lo conseguirá? Como no podía ser de otra manera, tratándose de un deporte que levanta pasiones, hay opiniones encontradas, pero si en algo coinciden los ilusionados como los escépticos es que la próxima temporada se presenta animada, sobre todo para el cuarto árbitro. O mucho cambia en estos meses y Florentino Pérez le ata corto, o le veremos saltar del banquillo al césped cuando le venga en gana. Es mediático, de un atractivo arrollador, y lo sabe. Y si no, se enteró el pasado domingo cuando la imagen de portada de la mayoría de los periódicos era la suya, no la del equipo, con la Copa de Europa. Al finalizar ese partido, un cámara de Sky Sports le siguió durante la celebración sobre el campo con el equipo. Se ve a un Mourinho querido por sus jugadores, los abrazos no son fingidos, pero también se le ve preocupado, posa para una nube de reporteros pero su mirada anda perdida entre el bullicio. Busca a alguien pero no le encuentra. Por momentos, se desespera, hasta que finalmente da con esa persona, su hijo José Jr, de 10 años, al que abraza y besa hasta derribarlo al suelo, y al que pasea feliz a hombros por el campo.
Es la imagen más tierna de este hombre de gesto duro que tiene otra hija, Matilde, y lleva casado más de dos décadas con su esposa, Tami. "Es muy familiar, cuida y valora mucho su entorno privado. Se refugia en los suyos, es un gran trabajador, una esponja y tiene un gran sentido del humor", señala el empresario Gabriel Masfurroll, que recuerda que a veces en el Barcelona se hacían chistes a su costa. "æpermil;l lo sabía, pero se hizo respetar".
Sigue ligado a esta ciudad, su hijo además es simpatizante del club azulgrana, y todos los veranos pasa unos días en Sitges, donde guarda una gran amistad con una familia de restauradores. Cuida su imagen al detalle, toma Coca-Cola Light, pasta y ensaladas. Acentúa su porte con los trajes perfectamente entallados. En su época en el Chelsea no se desprendía en el campo de un abrigo de cashmere azul marino de Armani. Lo subastó, pero cuentan que le tenía tanto aprecio que volvió a recuperarlo. En Londres era un habitual del restaurante San Lorenzo, el local de los famosos. En Madrid se le espera como a una celebrity. La tarea no será fácil. Sólo le vale ganar.