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A fondo

CAM muestra su soledad a la asamblea general

Dejados de la mano de Dios". La frase es de una persona vinculada al mundo financiero valenciano refiriéndose a Caja Mediterráneo (CAM). Y es que la entidad que preside Modesto Crespo llega hoy a una asamblea general que, aunque es ordinaria, respira un ambiente extraordinario después de dos semanas en las que el futuro de la caja ha pasado por demasiadas manos. Muchas reuniones, muchas negociaciones, algunos rumores más o menos fundados y... ninguna conclusión. Al menos a la hora del cierre de esta edición. Y es que, según las fuentes que se consultaban ayer, CAM seguía negociando, bien retomando los contactos con Cajamurcia, con quien más cerca llegó a estar del acuerdo, bien con otra entidad "del norte de España", que algunos identificaban con BBK. Un mar de informaciones y especulaciones que, junto con las declaraciones de los políticos, abundaban en la confusión.

Nunca ha estado CAM en una situación tan compleja como la actual. Si durante años su situación económica fue la comidilla del sector financiero, ahora está en boca de todos por sus esfuerzos por cumplir la exigencia del Banco de España de que se fusione antes de que acabe el plazo para echar mano del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). El lunes de la semana pasada habían conseguido el objetivo. Iban de la mano de Cajamurcia a presentar al regulador un acuerdo que se rompió antes de usarlo. Carlos Egea, presidente ejecutivo de Cajamurcia, pidió más de lo que CAM quería dar.

Y entonces volvió la recurrente fusión con Bancaja que, pese a que se celebró una reunión, no llegó ni a plantearse en serio porque un informe la desaconseja de forma fulminante por motivos económicos. Y se agitó el fantasma de Caja Madrid, como Saturno devorando a sus hijos. "Hay que evitarlo a toda costa, porque nos quedamos sin caja absorbidos por Rodrigo Rato", decían empresarios y políticos valencianos.

CAM también sufre la falta de una iniciativa política de la Generalitat Valenciana que se pueda comparar a la que esgrimió Alberto Núñez Feijóo desde la Xunta de Galicia para fusionar sus cajas. Ayer, el presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll, ahora oposición interna en el PP valenciano a Francisco Camps, reclamó a la Generalitat que tomara la iniciativa para retomar las conversaciones con Cajamurcia. La cercanía del abismo ha apartado el tradicional discurso político de "que sean los órganos de gobierno de las cajas las que decidan".

Pero a estas alturas CAM tiene una posición negociadora tan castigada por las llamadas frustradas a las puertas que parece que nadie la quiere. Hoy, cuando el presidente y el director general, Roberto López Abad, pieza clave en todas las negociaciones abiertas y cerradas en falso, hablen a la asamblea, o dan la campanada con un acuerdo de última hora o tendrán que justificar la soledad de la caja.

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