El miedo al riesgo frena la innovación
La escasa cultura emprendedora de los españoles obstaculiza la apuesta por la creatividad, vital para definir un nuevo modelo económico
Yo a usted no le pago para que innove, sino para que trabaje". Así resume Franc Ponti, profesor de Creatividad e Innovación de la Escuela de Alta Dirección y Administración de Barcelona, el miedo al riesgo empresarial en España. Es la respuesta que dice seguir escuchando, como consultor de empresas, de forma recurrente.
Nadie duda de que la innovación será un factor clave para perfilar una economía más competitiva y de mayor valor añadido. Pero no sólo desde el punto de vista de impulsar la I+D+i, según los expertos, sino desde un factor clave, como la propia organización y gestión empresarial.
Se trata, en definitiva, de crear un tejido empresarial y social que asuma el riesgo como pieza maestra para crear valor. ¿Servirá además la innovación para acortar el camino hacia la salida de la crisis?
Pese a que esta es la palabra más recurrente que se escucha desde los poderes públicos, no parece que pueda ser una variable de ajuste para sortear la crisis. No hay margen de maduración suficiente, según los analistas. Para que un proyecto innovador vea la luz en el mercado, se necesitan entre tres y cinco años. A partir de ese margen se podrá valorar su viabilidad.
En este sentido, los expertos urgen un cambio de modelo de financiación para las pymes. "El problema en España es el marco legal, muy dirigido por la Unión Europea", explica Carlos del Olmo, analista de la consultora Solchaga Recio & asociados.
En EE UU, un referente innovador, las empresas trabajan de forma más directa con los centros de investigación y con el capital riesgo. En este sentido, el modelo de los business angels, inversores especializados en sectores con alto nivel de riesgo, son casi inexistentes en España.
Somos por naturaleza conservadores, "en España se prefiere la renta fija. El problema es cultural, no se apuesta por el riesgo, y puede ser un bache para salir de la crisis", explica Del Olmo.
La compañía Laser Food tuvo que enfrentarse a esta escasa cultura de riesgo en 2006. Ese año, Jaime Sanfelix lanzó su idea a los potenciales inversores: el marcado de productos agroalimentarios con tecnología láser. El invento está acabando con las etiquetas de papel y ha requerido tiempo e inversión en I+D hasta lograr el láser idóneo para que la fruta marcada no se estropeara.
Hasta dar con una subvención de la Consejería de Industria de la Comunidad Valenciana y ser elegido como proyecto innovador por la Unión Europea, la pregunta de cara a obtener una financiación era siempre la misma: "¿ya tiene algún contrato?". "El riesgo lo hemos tenido que asumir nosotros, con nuestro capital, si no el proyecto se hubiera quedado en el camino", explica Sanfelix.
¿Inversión o riesgo?
"En España hay que demostrar con contratos que tu proyecto funciona, es decir que no hay noción de riesgo, sino de inversión", explica este empresario. Por ello, es consciente de que un proyecto innovador pasa por esperar un retorno de inversión a largo plazo. "Para nosotros, después de cuatro años ya es distinto. Ahora existe una demanda de público objetivo que está interesado por nuestros productos".
Y una vez dentro de la economía real, aparece la creación de empleo. Laser Food ha pasado de tener un empleado a cinco. "Para nosotros, la base para salir de la crisis es la producción, la economía real, el objetivo no es sólo ganar dinero, sino producir algo", explican desde la empresa.
Por ello, "con un sector industrial débil, la apuesta por la I+D+i ayudará a que la economía sea más competitiva", explica del Olmo. Ese paso requiere, de nuevo, la complicidad de los organismos de financiación y otro tipo de organización de la producción.
"Cerca del 50% de las que se consideran pequeñas y medianas empresas en España está compuesto por trabajadores autónomos. El autoempleo no debe ser una medida de organización de la producción, es obvio que una sola persona por su cuenta no tiene capacidad para innovar", explica Del Olmo. De hecho, de ese 50% sólo el 3% se convierte en estructura empresarial.
El apoyo a la innovación en las pymes es importante porque el impacto positivo es mayor que en las grandes empresas. Es una de las conclusiones de un informe realizado por el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI).
En un año, las pequeñas y medianas empresas que invierten en I+D+i incrementan sus ventas en un 6%. En las grandes compañías, esa mejora apenas alcanza el 1%, afirman varios estudios.
Según este organismo, que depende del Ministerio de Ciencia e Innovación, las empresas que invierten en I+D+i exportan un 18% más de media que la competencia y crean un 2% más de empleo.
En este sentido, España tiene todavía un largo camino por delante. En el Ranking Europeo de Innovación (EIS) de 2009 España ocupa el puesto 23 en inversión en I+D+i. Encabezan este índice Suecia, Suiza, Finlandia, Israel, Japón, EE UU, Dinamarca, Corea, Canadá y Alemania. Los sectores que más inversión en innovación reciben son los servicios, la industria y las actividades científicas y técnicas.
Saber buscar la financiación
La obtención de financiación también pasa por saber dónde buscarla. Para los expertos, la falta de información impide a las pequeñas y medianas empresas beneficiarse del marco de ayudas disponible.
Los fondos europeos siguen encabezando la lista de organismos financiadores de I+D+i para España, pero también son a veces los menos utilizados por desconocimiento. Hoy, Europa sigue siendo la principal fuente de financiación en España. Obtener una ayuda europea equivale además a cooperar con los mejores.
Las cifras
50% del tejido de las pequeñas y medianas empresas se atribuye al autoempleo.5 años requiere un proyecto innovador desde su desarrollo hasta su salida al mercado.3% del autoempleo se convierte en una estructura empresarial