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Viajes

La próxima parada de las Edades

Medina del Campo ofrece monumentos únicos y una singular tradición comercial

Con la celebración de la siguiente edición de Las Edades del Hombre -compartida con Medina de Rioseco- y la llegada del tren de alta velocidad en el horizonte, Medina del Campo será una de las localidades a visitar en los próximos años. Aún es tiempo, sin embargo, de descubrir sin agobios esta villa noble, de monumentos únicos fruto de su destacada posición en el Renacimiento español, y singular tradición comercial.

La mayor parte de los encantos de Medina proceden de su protagonismo antes y durante el reinado de los Reyes Católicos, cuando su comarca y las vecinas fueron el centro del recién nacido Estado español que disputaba la hegemonía mundial y se disponía a descubrir un nuevo mundo. En esa época, por ejemplo, nació en Medina Juan II de Navarra y Aragón, padre del luego rey católico Fernando.

El monumento más destacado es sin duda el castillo de La Mota, que fuera Archivo de la Corona y prisión del Estado en la época. Se trata de uno de los principales castillos mudéjares del mundo -mérito compartido con el de Coca, situado no muy lejos- y su planta es inconfundible, aunque es de propiedad privada y sólo puede visitarse en parte.

Fue mercado capital en Europa hasta ser asaltada en 1520 por comunera

La colegiata y la plaza Mayor

En el plano religioso, destaca la colegiata de San Antolín, donde seguramente se llevará a cabo la exposición de Las Edades del Hombre, o al menos su parte fundamental. De estilo gótico tardío, es un edificio irregular que acumula aportaciones de distintas épocas, y que cubre uno de los laterales de la espectacular plaza Mayor.

En su suelo hay inscripciones en las que se recuerdan los gremios que vendieron allí sus géneros durante décadas, cuando el lugar estuvo considerado como uno de los principales mercados de Europa, con particular importancia en cuanto a la lana y el ganado. Buhoneros, especieros, calceteros... todos los oficios se daban cita en la localidad, en particular en las dos ocasiones al año en las que aquí se celebraba el mayor mercado, que desde 1491 tuvo la condición de Feria General del Reino.

Hoy existe un interesante museo que da cuenta de la historia de la villa durante esa época y recoge sus tradiciones. Pese a que tras la alineación de la localidad con los rebeldes comuneros resultó gravemente dañada por las tropas alemanas de Carlos I en 1520, y a que la crisis económica de fines del XVI fue mermando la importancia de Medina, su tradición comercial se mantuvo a escala regional con una costumbre única en toda España: casi todas las tiendas de Medina abren en domingo y cierran los jueves. Tal vez esa sea una de las razones por las que se conserva el comercio tradicional, a diferencia de otras localidades de similar tamaño, y apenas se han instalado grandes marcas.

Entre los restantes edificios de interés en la localidad hay varios palacios renacentistas dignos de visita, como el Testamentario donde Isabel la Católica dictó sus últimas voluntades, el de Los Dueñas que hoy es instituto de enseñanza, o la Casa Blanca, hermosa villa de recreo a las afueras de la localidad. Todos ellos, por cierto, pueden recorrerse de forma muy grata con el servicio de alquiler de bicicletas que mantiene el ayuntamiento.

Los dos momentos del año en que Medina es más visitada son la Semana Santa, de tradición castellana y que fue declarada de interés nacional en 2005, y los encierros que se celebran en las fiestas de San Antolín, en septiembre.

Entre las razones para el desarrollo de Medina hasta hoy también puede citarse su excelente ubicación geográfica, a menos de cien kilómetros de seis capitales castellanas. Pero también a escasos minutos de varios lugares de igual importancia en el mismo periodo histórico como Madrigal de las Altas Torres, cuna de Isabel la Católica; Arévalo, lugar de reclusión de Juana la Loca y de afamados asadores; Coca, con su extraordinario castillo, o las capitales castellanas de los vinos blancos, Rueda, y tintos, Peñafiel y la Ribera del Duero.

Guía para el viajero

Cómo ir. Aunque falta aún para la inauguración del enlace con el AVE, Medina es un enlace ferroviario tradicional con varias conexiones diarias con el centro y el norte de España. Desde Madrid está a 160 kilómetros por autopista.Dónde dormir. El palacio de las Salinas, situado a dos kilómetros del casco urbano (en la imagen inferior) es uno de los balnearios más singulares de España, una antigua casa señorial de comienzos del siglo XX, de inconfundible aroma inglés. El Hotel La Mota (Fernando el Católico, 4) es un tres estrellas céntrico, funcional y cómodo.Dónde comer. Situado en la misma plaza Mayor de la localidad, el restaurante Continental ofrece buena comida tradicional castellana pero destaca sobre todo por un salón comedor de inconfundible sabor tradicional, en el que el tiempo parece haberse detenido. El restaurante Don Pepe y el Madrid, ambos en la calle Claudio Moyano, son dos buenas opciones. Los más curiosos seguramente sucumbirán a la tentación de Pizza Roma (ronda de las Flores, 18) cuyos propietarios, Nemesio Sánchez y Maite Martín, han ganado premios en la propia Italia por creaciones como la pizza con jamón ibérico y caviar de melón.

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