China aprovecha su baza sostenible
Shanghai 2010 culmina el cambio hacia un desarrollo más ordenado.
El reciente saludo de China al crecimiento económico no ha dejado espacio para nada más en los últimos años que para eso, crecer. Pero en este proceso, el país asiático se ha topado con otros parámetros de medida de su aptitud para subirse al tren del desarrollo, más allá del crecimiento del PIB. La salud, la educación y las cuestiones ambientales cuentan. Y mucho.
China es cada vez más consciente de que, pese a la creciente fortaleza de su economía, su imagen pública no puede permitirse el envío de productos tóxicos a Europa o Estados Unidos, ni tampoco el nivel de contaminación de sus principales ciudades. La polución atmosférica en Shanghai o Pekín es de tal envergadura que no es extraño ver a sus transeúntes cubrirse la cara con máscaras para evitar los negros humos.
Pekín está en el punto de mira permanente de sus socios comerciales occidentales, sobre todo por cuestiones ambientales. El país asiático tiene cada vez más voz, pero sabe que debe adaptarse a las preocupaciones del momento.
La Exposición Universal de 2010, que se celebrará entre los meses de mayo y octubre, es una muestra de este cambio de perspectiva. La cita, cuyo tema será mejor ciudad, mayor calidad de vida, "es la culminación de un cambio cultural que empezó en el año 2000", explica Deborah Seligsohn, especialista e investigadora del Instituto de Recursos Mundiales estadounidense, con oficina en Pekín.
Shanghai 2010 quiere plasmar la inquietud latente en todo el planeta por ofrecer una mejor calidad de vida en los núcleos urbanos, que aglutinan mayores índices de población. Si en el año 1800 el 2% de los habitantes del planeta vivían en ciudades, la proporción se ha incrementado hasta el 55% en 2010. "Por lo tanto, es un deseo de toda la humanidad ofrecer una mejor calidad de vida en los entornos urbanos, con estrategias de desarrollo sostenible", reza la página web de la exposición.
"El rápido crecimiento de China ha hecho reflexionar a sus autoridades sobre su calidad. La expo es una manifestación pública al mundo de la reflexión sobre estos temas", opina María Tena, comisaria general del pabellón de España en la Exposición Universal. Tena viajará al país asiático en un par de meses y permanecerá en suelo chino hasta el final del evento, en octubre.
El punto de inflexión que hoy atraviesa China empezó a gestarse en 2000, según Deborah Seligsohn, experta en cuestiones medioambientales tras 20 años en el Gobierno estadounidense como analista de asuntos energéticos y ambientales de China, Nepal y Nueva Zelanda.
Las relaciones entre China y sus socios europeos y estadounidenses se topan con frecuencia con escollos verdes. El país asiático es "muy consciente del impacto de los temas medioambientales en sus relaciones internacionales", según Seligsohn. La cumbre de Copenhague ha sido el último ejemplo. La tensión entre China y Estados Unidos impidió en gran medida un acuerdo más ambicioso. Cuestión de confianza y de intereses comerciales.
Para el ministro de Medio Ambiente chino, Xie Zhenhua, "en la cumbre de Copenhague, Estados Unidos y Europa nos dijeron: si no aceptáis nuestras exigencias para las políticas de mitigación del cambio climático, aplicaremos sanciones comerciales, es decir, un nuevo sistema de tarifas sobre el carbono", según explicó durante un discurso en la Universidad de Pekín el pasado mes de enero.
Tal medida se traduce en un ajuste arancelario en la importación de bienes procedentes de China y de otros países en desarrollo, en función de la huella de carbono del proceso de producción. "El proteccionismo fue un tema clave en Copenhague y lo seguirá siendo en las negociaciones de este año", aseguró Zhenhua.
Los 193 países que se dieron cita en Copenhague se reunirán de nuevo en México en el mes de noviembre para intentar dar un marco vinculante a la reducción de emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Como Estados Unidos en los años veinte
China se encuentra en plena carrera por lograr el reto de equiparar la calidad de sus productos a los bienes de sus socios occidentales. La industria exportadora del país asiático ha atravesado no pocos baches en los últimos meses por cuestiones de seguridad.El último episodio fue la retirada del mercado español de una partida de 200.000 zapatos procedentes de China por contener dimetilfumarato, una sustancia tóxica que provoca alergia y quemaduras. En 2007, el gigante estadounidense de juguetes Mattel retiró del mercado miles de juguetes fabricados por la empresa en China, al presentar pintura con plomo.Este país ha firmado numerosos acuerdos con Europa y Estados Unidos para atajar estas dificultades. "El reto al que se enfrenta China es similar al de otros países durante fases de crecimiento muy rápidas, como Estados Unidos en los años veinte", explican desde el Instituto de Recursos Mundiales, con sede en Washington.Es decir, China acaba de abrir una senda que necesitará tiempo para consolidarse. Mientras, el país asiático está cada vez más al tanto de las inquietudes medioambientales del consumidor foráneo. Los productores de bienes en China asumen la presión de fabricar productos verdes sin elevar los precios, lo cual es muy difícil, "ya que luchar contra la contaminación cuesta dinero", afirman desde el instituto. Se necesitan, por tanto, consumidores dispuestos a pagar más por productos más limpios.