Nuestro tamaño sí importa
La última decisión del Banco de Inglaterra ha sido no ir más allá en su política de relajación cuantitativa. ¿Y eso que significa? Que levanta la mano del botón de la máquina de fabricar billetes. Desde que comenzó esta política en enero de 2009 fijando una determinada cantidad, fue incrementándola paulatinamente hasta llegar a la cifra en la que ha decidido pararse, una cifra que equivale al 14,3% de su PIB. Su sistema financiero es ahora en gran parte propiedad estatal. Su déficit fiscal está en el 12%, mientras que su deuda pública alcanzará el 90% del PIB en 2014-2015.
Por si fuera poco, afronta la cercanía de un proceso electoral, y sobre su industria financiera pesa la amenaza de más regulación. Pues bien, a pesar de todo, hay que señalar que la decisión del Banco de Inglaterra sirve para visualizar que para la economía británica hay un punto y aparte reforzado por el abandono formal del periodo de recesión, pero ¿quedan atrás los problemas? Es evidente que no. Así las cosas, resulta fácil la comparación con España. Claro que aquí no ha habido posibilidad de recurso a la devaluación, el sistema financiero está por reestructurar y nuestro mercado de trabajo precisa de una reforma en profundidad. Es decir, que disfrutado lo bueno del euro, sistema que, según muchos, fue concebido para etapas de prosperidad, toca ahora probar qué ocurre en etapa de adversidad. El sistema no dispone de válvulas de ajuste similares a las que, por ejemplo, tiene Estados Unidos. El problema de la economía española es que su tamaño la convierte en un gigante que al amenazar con perder la verticalidad, amenaza al sistema en su conjunto. Quizá no Grecia, pero para el sistema de moneda única, es seguro que nuestro tamaño sí importa.
José Manuel Pazos. Socio director de Omega IGF