El mensaje más caro de la historia
En estos días Canal + está emitiendo el documental de la BBC Los últimos días de Lehman Brothers. Se trata, conviene avisar, de una documental dramatizado, es decir, con actores que simulan ser Jamie Dimon, de JP Morgan, o Lloyd Blankfield, de Goldman Sachs. Representa el fin de semana del 12 al 14 de septiembre de 2008, cuando se fraguó la quiebra de Lehman Brothers.
Incluso para los que llevamos año y medio dando vueltas a aquellos días -incluso cuando estábamos felizmente de vacaciones en el otro lado del mundo-, el documental contiene algunos diálogos de mérito. Y algo tan nimio como la caracterización de los personajes ofrece un punto de vista paralelo. Quizá uno de los personajes más logrados sea Hank Paulson, hasta el punto de que quienes habíamos asumido que fue un error dejar caer a Lehman, nos replanteamos la decisión de Paulson de no dar dinero para el rescate del banco quebrado.
El llamado Greenspan put, es decir, la idea de que la Fed bajará los tipos de interés y hará lo que esté en su mano para evitar un colapso financiero, se deja ver en todas las reuniones de los grandes banqueros. Son partidas de póquer en el que nadie quiere enseñar su baza porque cuenta con el Greenspan put. Y Paulson, consciente del inevitable declive estadounidense y convencido de que, si salva a Lehman, tendrá que seguir poniendo parches en el mundo financiero de forma indefinida. No había decisión buena.
Ahora que se debate el nuevo planteamiento de Obama sobre el sector, convendría no olvidar qué sucede cuando el sector financiero está convencido de que el Estado no le dejará caer... Hasta que lo hace. De ahí la necesidad de impedir que un sucesor de Paulson se vea en el mismo brete que en el documental de la BBC: tras meses convenciendo al sector de que se sanee, tener que dejar caer a una entidad para, al fin, poder empezar de nuevo. nrodrigo@cincodias.es