'Ferraristas' de fin de semana
GT-Club permite la conducción de vehículos con altas prestaciones, sin los inconvenientes que implica el mantenimiento
Un gran coche conlleva una gran responsabilidad". La mayoría de los propietarios de vehículos de alta gama suscribe esta consigna a pies juntillas, porque si bien tener un modelo exclusivo en el garaje confiere cierto empaque y categoría, ocuparse de todos y cada uno de los requisitos que exige -seguro, revisiones, limpieza...- acarrea no pocas molestias.
Para acabar con este trastorno pero mantener el privilegio de la conducción, surgió en marzo de 2007 GT-Club. æpermil;ste permite a sus 171 miembros actuales (arrancó con una cartera de 25 clientes) acceder a los más sofisticados coches del mercado y despreocuparse del latoso mantenimiento. Pero, además y sobre todo, "crear vínculos de relación".
Así lo subraya el fundador, Albert Castelló. Para el artífice de esta particular asociación, tres aspectos diferencian a esta empresa de cualquier otra que esté dedicada al alquiler de vehículos: "El primero, todos son supercoches; en segundo lugar, solamente los socios del club los utilizan, y finalmente, a través de los automóviles establecemos lazos entre nosotros". No en vano, el club concede un especial mimo a la organización de actividades (jornadas y cursos de pilotaje variados, exhibiciones de ejemplares míticos, exposiciones artísticas o de objetos relacionados, etcétera).
La razón principal de los usuarios, no obstante, es el disfrute individual. GT-Club propone diversos programas de adhesión que, a su vez, implican un precio específico. Así, los interesados en formar parte deben abonar una tasa en concepto de acceso al club, que puede ser temporal (2.000 euros/un año) o vitalicio (4.000 euros). Y a continuación, el catálogo de posibilidades va desde los 6.000 euros de la opción copper (que otorga 150 puntos) hasta los 18.600 euros de la platinum (600 puntos). Cada uno de los modelos supone un número de puntos al día.
Esta operativa flexible (el paquete contratado admite modificaciones periódicas) permite ajustarse a la demanda concreta del cliente en cada momento, según explica Castelló. Un rasgo clave en cualquier época, pero más si cabe en plena desaceleración económica. "La crisis nos afecta", dice el responsable de GT-Club, "y lo hace en un doble sentido: por una parte, nuestros socios cuentan ahora con menos tiempo de ocio para disfrutar de los coches y también con menos dinero para invertir en ello. Y por otro lado, la toma de decisiones se ha ralentizado. El entorno presiona para ser más prudente respecto a todos los gastos".
Frente a los 25 días que los clientes adquirieron en 2008 como promedio, el programa tipo del pasado año cayó hasta los 10-15 días. No obstante, el alto índice de fidelización (cercano al 90%) y los nuevos miembros incorporados (56 personas) han matizado los efectos de la coyuntura. Gracias a ello, GT-Club facturó 2,5 millones de euros en 2009, lo que representa un incremento del 40%. Los beneficios también crecieron, alrededor del 15%.
Para Albert Castelló, las previsiones de desarrollo del pago por uso son buenas. "Mientras que el 99% de los usuarios actuales de este tipo de vehículos son propietarios, dentro de unos años, en Europa, más del 50% de estos coches serán utilizados a través de clubes de estas características", remarca. ¿El motivo? "æpermil;ste es un concepto racional. No tiene lógica pagar por algo que no aprovechas al máximo y cuyo valor va devaluándose", zanja. Castelló incide en que para muchos de los socios, estos coches eran un sueño desde niños que no encajaba con su realidad diaria. Mediante esta fórmula, sueño y realidad sí son compatibles.