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Deportes

Jugando al golf a precios populares

Las Administraciones públicas respaldan la disciplina con recintos propios.

Jugador de golf
Jugador de golf

El golf ha tenido que pelear durante muchos años contra un sambenito que marginaba la práctica de este deporte a los bolsillos más pudientes. El estigma, sin embargo, queda derrotado de golpe a la luz de las estadísticas. En la última década, esta disciplina ha duplicado el número de aficionados en España. Quien más quien menos se plantea jugar unos hoyos, ya sea regular u ocasionalmente. Y las barreras económicas son cada vez menos acusadas, gracias al incremento del poder adquisitivo de la población, pero sobre todo al abaratamiento de las opciones disponibles fruto de un mayor catálogo de oferta. La llegada de las instalaciones financiadas y gestionadas por las Administraciones públicas otorga una nueva dimensión a esta tendencia.

La incorporación de este rango de operadores cuenta ya con algunos ejemplos significativos, como la Escuela Pública La Cartuja en Sevilla, construida sobre unos terrenos de la Junta de Andalucía -cerca del Estadio Olímpico- y promovida y tutelada por una empresa pública dependiente de la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte del gobierno autonómico.

La cancha de aprendizaje para principiantes o jugadores que quieren perfeccionar el estilo arrancó en septiembre de 2007. En ella han recalado hasta la fecha 996 alumnos. Más tarde -en abril de 2009- abrió el campo de nueve hoyos que acoge el recinto. Entre los matriculados en los cursos y los aficionados que acuden por su cuenta, el centro ha añadido unos 3.700 usuarios.

"Hace 14 años que existían estas instalaciones, volcadas en el atletismo y el rugby y con unos 1.000 usuarios. Desde que hemos habilitado las pistas de pádel y la zona aplicada al golf rozamos los 11.000", explica el director, José Luis Pérez. "Es digno de mención la cantidad de personas que se están iniciando aquí en este deporte", remata.

Una imagen dice mucho de la transformación: cerca de 40 pensionistas ocupan las mañanas de la escuela. La mayor parte de ellos nunca habría previsto encontrar en esta actividad un entretenimiento a la vez que un hábito saludable. "Un jubilado me paró en una ocasión para decirme que él, que había sido peón de albañil, jamás imaginó en toda su vida que jugaría al golf", recuerda Pérez. "Y ahí estaba".

Los precios del centro permiten que incluso los presupuestos más ajustados puedan acceder. Los cursos trimestrales (con una hora de clase a la semana e incluido el material) se ofrecen a razón de 95 euros. El acceso al campo, por otra parte, exige una cuota anual de 25 euros más el green fee (8 euros la sesión). Precios populares que redundan en la divulgación de una disciplina -que ya contaba con clientes potenciales según el estudio realizado por la Junta y que motivó la puesta en marcha de las instalaciones-, pero que impiden hacer negocio. "Cubrimos los gastos del mantenimiento diario, pero no la inversión ni el coste de personal", apunta el director. "Aquí, existe únicamente vocación de servicio".

Muchos observadores han llegado hasta la escuela sevillana para asimilar el concepto y desarrollar proyectos parecidos en sus provincias de origen. Algunas otras, como Ciudad Real, también disponen de alternativas similares. Hasta 40 recintos públicos pueblan todo el país. El golf capta, así, un apoyo más en su imparable penetración en España.

Los últimos datos de federados ratifican la solvencia de la misma. Pese a la desaceleración económica, 2009 cerró con 4.470 licencias más, lo que representa un crecimiento del 1,4% respecto al año anterior. La cota total de fichas alcanza el récord de las 338.588. "Estos números demuestran que la base social es fuerte y eso permite superar años tan complicados como éste", concluye Miguel Ángel Caderot, director de Comunicación de la Real Federación Española de Golf.

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