La plantilla salvó a Alcatel Lucent quedándose en casa
La multinacional superó en 24 horas la destrucción parcial de su sede en Madrid.
El miércoles 16 de diciembre, a las cinco horas de la mañana, saltaban por los aires las tres últimas plantas del edificio de la sede en Madrid de la multinacional Alcatel-Lucent. No hubo víctimas, aunque los destrozos materiales fueron tan importantes que el inmueble no aguanta y será demolido en breve.
En los instantes de confusión que siguieron a la explosión, los daños no sólo fueron acusados en la moral de la plantilla de 800 trabajadores de una empresa como Alcatel-Lucent, golpeada por las reestructuraciones. En aquellos momentos dramáticos, la explosión, junto al daño moral y material, ponía en riesgo el mantenimiento en línea y la estabilidad de buena parte de las redes básicas de las telecomunicaciones españolas de las que Alcatel-Lucent fue suministrador en su día, y ahora es el garante inmediato de su estabilidad y buen servicio. La red de ADSL y de conmutación de Telefónica, el servicio Imagenio, el call center del 2004, la red de transmisión de datos de Vodafone, la red de voz de Ono y diversas infraestructuras de Telecom Castilla-La Mancha, BT, Euskaltel, R o Iberdrola. Todas temblaron con la caída de las tres plantas de la sede de Alcatel-Lucent en el barrio madrileño de Méndez Álvaro.
El shock, sin embargo, fue superado de inmediato. El plan de emergencia diseñado de antemano por la empresa y, sobre todo, la consolidada práctica laboral de teletrabajo por el 75% de la plantilla, permitió que 180 minutos después de la explosión y derrumbe, la práctica totalidad de las actividades de soporte de la compañía sobre las redes de terceros estuviera operativa y, en menos de 24 horas, el 100% de los efectivos humanos, 800 trabajadores, tuvieran en sus casas una réplica operativa fiel y eficaz de reproducción de las actividades que cada empleado cubre cotidianamente en su puesto de trabajo de la empresa.
Ángel Gutiérrez, director de operaciones de Alcatel-Lucent, asegura que la clave del "milagro" que ha permitido a la empresa restaurar todos los servicios a sus clientes en las 24 horas siguientes al desastre hay que buscarla en la orden dada a la plantilla a las 6.30 horas de la mañana del 16 de diciembre (90 minutos después de la explosión) para que no se acercara por el centro de trabajo. Al contrario, el mensaje transmitido pidió que los trabajadores permanecieran en su domicilio y, cada uno, se enganchara desde su casa a la red de Alcatel a través del portátil que el 75% de los empleados posee en su condición de teletrabajador.
Gutiérrez cuenta cómo la compañía y la representación sindical de los trabajadores han perseguido desde hace años una política para promocionar "la conciliación entre la vida laboral y personal de su plantilla". En la consecución de este objetivo, el 75% de los 800 trabajadores que Alcatel-Lucent tiene en su sede de Madrid han suscrito contratos de teletrabajo. En estos acuerdos se reconoce, se protege, se equipa y se remunera el hecho de que, al menos dos días por semana, tales empleados realicen sus ocupaciones desde su propios domicilios.
Alcatel-Lucent da a cada empleado un portátil con el software adecuado y una conexión a la red; desvía el teléfono de su puesto al móvil o al portátil y suscribe un seguro para que cualquier accidente doméstico en esos días sea tratado como incidente laboral.
Al final, el teletrabajo, que favorece al empleado, también ha sido la salvación para superar una de las peores crisis de la empresa en España.
Edificio histórico
La sede siniestrada es una de las piezas emblemáticas en el catálogo de edificios industriales de Madrid. Desde 1924 hasta la década de los setenta fue el referente fabril de la mítica Standard Eléctrica, primera empresa de telecos española, cuyo desarrollo ha estado íntimamente ligado a Telefónica.