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Lunes de los fondos

El dilema de las divisas

Una apuesta adecuada en el mercado de divisas es decisiva en una cartera diversificada

Una buena asignación de activos en una cartera de inversión no puede dejar de tener en cuenta los posibles movimientos de las divisas. Una cartera de inversión global diversificada tendrá exposición a divisas diferentes a la de referencia de esa cartera, en el caso de un inversor español el euro. El gestor debe medir con precisión la exposición total real a cada divisa y realizar los ajustes necesarios para que las asignaciones correspondan a las visiones o escenarios trazados.

Sólo hace falta echar un vistazo a cuáles son los calibres de los movimientos de los tipos de cambio nominales entre las principales divisas a lo largo de la historia para constatar la importancia de este aspecto en la construcción de carteras. Una acertada decisión de inversión en lo que se refiere a un activo concreto puede quedar parcialmente arruinada por una evolución negativa de esa divisa con respecto al euro. Por el contrario, una apreciación de una divisa puede potenciar al máximo la rentabilidad de un activo denominado en la misma. Ejemplos de ambos casos sobran en los últimos años, como el dólar en 2007 o la libra y el yen en 2008. En el presente año, algunas divisas menores como, las de algunos países emergentes, y los dólares australianos y canadienses habrían sido las apuestas ganadoras, gracias previsiblemente al resurgir de las materias primas.

Por tanto, es imprescindible analizar y tomar decisiones con respecto a las asignaciones a las diferentes divisas en nuestra cartera. El problema es que acertar con su evolución es incluso más difícil que la "madre de todas las decisiones" en el campo de la asignación de activos y la inversión, esto es, la exposición relativa renta variable versus renta fija. Efectivamente, aunque existen ocasiones en las que la sobrevaloración o infravaloración de una divisa con respecto a otra son claras, acertar con el momento de entrada o salida es complicado. Un buen ejemplo de ello fue el yen que, bajo casi cualquier factor de análisis que se midiera, parecía claramente infravalorado durante años. Sin embargo, no fue hasta 2008 que corrigió en gran parte dicha infravaloración apreciándose fuertemente con respecto al euro y al dólar.

Posiblemente, el desenlace final en aquel año, de la crisis que venía cocinándose desde al menos mediados del año 2007, supuso un brusco final a la operativa de carry trade y un factor clave en la apreciación de la divisa nipona. El dólar es sin la menor duda la divisa clave, ya que no sólo los activos norteamericanos se encuentran denominados en esta moneda sino también muchos otros activos, como buena parte de la deuda emergente. Una corriente bastante amplia apuesta por una mayor debilidad del dólar. Sus tipos de interés bajos, la competencia de los países emergentes, el elevadísimo déficit fiscal y el enorme desapalancamiento ante el que se enfrenta son algunos de los argumentos que se han venido aduciendo para defender dicha tesis.

Sin embargo, el dólar podría deparar sorpresas en el corto y medio plazo. Opiniones muy cualificadas defienden esta hipótesis también. Un análisis histórico pone de manifiesto que el dólar suele apreciarse en las salidas de las recesiones tras haberse depreciado durante las mismas. Este es un patrón de comportamiento que se ha producido en casi todas las últimas recesiones.

Un informe de Deutsche Bank establece que el dólar se encuentra actualmente fuertemente infravalorado con respecto al euro, refuta además algunas creencias como que elevados niveles de deuda sobre el PIB y elevados déficits fiscales conducen a debilidad de la divisa. Así, lo pone de manifiesto analizando países que incurrieron en situaciones similares en el pasado como Italia, Bélgica o Irlanda. De hecho, otro factor que juega a favor del dólar es que los últimos indicadores macro anticipan que uno de los riesgos potenciales es que la economía estadounidense crezca en los próximos trimestres a unas tasas bastante más elevadas que las del consenso de analistas (el consenso tiene también un claro historial de subestimar el crecimiento del PIB americano en las salidas de las recesiones). Por tanto, a un tipo de cambio de 1,50 dólares por euro, puede tener bastante sentido organizar la asignación de activos para beneficiarse de una posible apreciación del billete verde. Para los más atrevidos la asignación de un porcentaje de la cartera a un fondo monetario o de renta fija en dólares puede ser una buena opción.

Otro interesante caso es la libra esterlina, otra de las divisas amenazadas por numerosos analistas. Dos factores sin embargo la sitúan en una posición atractiva: su valor en términos de poder adquisitivo (medida muy fiable para valorar las divisas) es especialmente atractivo. En un entorno de baja inflación como el que parece hemos entrado tiene un historial de apreciarse con respecto al dólar y al euro.

Fondos de inversión en divisas

-Los fondos de inversión por sus ventajas de seguridad, diversificación y fiscales son una excelente opción para tomar posiciones en divisas.-Los fondos monetarios de bajo coste, donde la evolución de los tipos o el crédito apenas tienen influencia en su comportamiento, son una de las opciones más puras y ajustadas.- En el gráfico central puede observarse el declive de los índices Lipper de las categorías de fondos monetarios en las tres divisas más importantes, aparte del euro.

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