Aún queda ganar la guerra en 2010
Con los niños de San Ildefonso a punto de cantar el Gordo, toca pasar revista al año que se va, y hacer pronósticos sobre el que viene. No sé si cuando los historiadores tengan algo más de perspectiva y sea el momento de contarnos lo que pasó en 2009, alcancen a reflejar en sus libros lo cerca que estuvimos de cargarnos el juguete y si por haberlo evitado, Ben Bernanke, se llevará los méritos que merece.
En mi opinión al Presidente de la Reserva Federal se le puede criticar por otras cosas, pero es justo reconocer que fue el primero en entender la dinámica de esta crisis y darse cuenta que para que no colapsara el sistema era necesario tirar los manuales de la más pura ortodoxia a la basura y, para salir de la espiral suicida en la que nos habíamos metido, desplegar el mayor armamento monetario de la historia.
A pesar de las durísimas críticas recibidas, la realidad es que el mundo no se ha hundido, el dólar no ha colapsado, la inflación no es un problema, no ha habido que nacionalizar la banca, los mercados han rebotado espectacularmente y la economía está empezando a recobrar el pulso. En definitiva, un 2009 que dábamos completamente por perdido, resulta que ha acabado siendo hasta bueno.
Dicho esto, y aún habiendo ganado la primera batalla, todavía queda mucha guerra para 2010.
Si se sigue cumpliendo el guión de la Fed, el crecimiento seguirá recuperándose muy poco a poco y sin presiones inflacionistas, por lo que aunque se irán retirando gradualmente las medidas extraordinarias de liquidez, los tipos seguirán muy bajos por una larga temporada.
Para la Bolsa éste es el mejor escenario ya que un crecimiento débil no impide a las empresas obtener unos resultados dignos, por los que los inversores estarán dispuestos a pagar un buen múltiplo siempre que los tipos se mantengan bajos. De producirse un crecimiento más acelerado es muy probable que, paradójicamente, la mejora en los beneficios no compense la expectativa de mayores tipos, que sin duda serán la espada de Damocles de los mercados en 2010.
Joaquín Casasús. Director general de Abante