La crisis griega complica la vida al Banco Central Europeo
El BCE debe actuar sin frenar la recuperación en una Europa de dos velocidades
Llega la prueba de fuego para el BCE. Retirar las medidas de estímulo, aprobadas para combatir la crisis, sin poner en peligro la incipiente recuperación se complica en una Europa que navega a dos velocidades. Los problemas financieros de Grecia, resaltados esta semana después de que Fitch rebajara la calificación crediticia del país, así como el toque de atención que ha recibido España de manos de Standard & Poor's han dejado bien claro que en los países periféricos el camino de la recuperación se presenta largo y complicado.
"Claramente hay dos grandes bloques en Europa. En países periféricos como España, Irlanda, Grecia o Portugal el ajuste será más largo. El desempleo se ha disparado y su recuperación no se va a producir como en el resto de Europa al no tener un sector exterior fuerte. Son países con necesidades de financiación más altas que Alemania, Francia, Austria o Holanda donde la salida de la crisis no compromete su desarrollo futuro", explica Miguel Ángel Bernal, profesor del IEB.
Las perspectivas para 2010 son complejas y más aún cuando el BCE ha empezado a esbozar cómo iniciará la retirada de estímulos monetarios no convencionales. En noviembre ya endureció los requisitos de calificación crediticia para las titulizaciones que utilizan los bancos como colateral para obtener liquidez en las subastas. Y el siguiente paso será la supresión de las subastas de liquidez a 12 meses -la barra libre de dinero que ha permitido financiar los balances de las entidades financieras y las emisiones de bonos de los diferentes Gobiernos-, pues la última será este mes.
España ha aumentado su cartera de deuda pública un 70% en un año, y Grecia, un 50%
El problema es que la crisis griega complica la estrategia de salida del BCE. La rebaja de la calificación crediticia del país a BBB+, tres niveles por encima de bonos basura, tiene implicaciones muy negativas para el sector financiero, hasta ahora muy dependiente de la financiación del BCE. En la actualidad la autoridad monetaria acepta como colateral bonos con una calificación de BBB- cuando los bancos piden dinero, pero si el calendario que se ha fijado se mantiene en 2011 este requisito aumentará a A-. En otras palabras, los bancos griegos no podrán continuar con la práctica de pedir dinero al BCE a un tipo subvencionado, inferior al 1%, para después comprar deuda a plazos más largos y tipos superiores, digamos del 3%, para obtener rendimientos.
Los problemas de financiación no tardarían en llegar y esto generaría mucha inestabilidad en Europa al disparar las primas de riesgo de otros países periféricos, precisamente los que más han explotado estas líneas de liquidez del BCE. Sin ir más lejos, la banca española ha elevado un 70% su cartera de deuda pública en un año, Grecia la aumentado un 50% y Portugal un 116%.
El BCE tiene la difícil tarea de hilar fino. Mantener los estímulos monetarios un tiempo demasiado prolongado puede generar altas dosis de inflación en los países que afiancen el crecimiento con más rapidez, al tiempo que la barra libre de liquidez sostendría los déficit públicos de los países periféricos al desincentivar la puesta en marcha de medidas para mejorar las cuentas públicas.
"El BCE puede retrasar la reiterada de las medidas de liquidez adoptadas si ve que el problema no se ciñe sólo a Grecia. Los calendarios se pueden cambiar. También hay que tener en cuenta que de complicarse la situación el apoyo de la UE a Grecia sería claro y se le pondría extender el periodo para regularizar las cuentas", explica Marian Fernández, estratega de Inversis Banco.
La cumbre de la Unión Europea dio ayer un nuevo respaldo a Grecia, al tiempo que subrayó la necesidad urgente de un ambicioso plan que enderezca la economía. El primer ministro griego, el socialista Giorgios Papandreu prometió reformas profundas para salir de la crisis. Ahora sólo queda por ver si el país es capaz de evitar nuevas rebajas de rating y de recuperar la credibilidad, en entredicho desde que el gobierno revisara drásticamente las previsiones de déficit del país.
Más regulación para las agencias de rating
Las crisis financiera ha marcado un antes y un después para las agencias de rating, empresas que se encargan de calificar la solvencia de países, empresas o activos financieros. Muy criticadas por no haber anticipado la crisis subprime, se han visto sometidas a una mayor regulación. En Europa el malestar generado por las actuaciones de estas compañías -las principales son Moody's, Standard & Poor's y Fitch- ha abierto incluso la posibilidad de crear una agencia de calificación de riesgos europea en el futuro.El pasado 17 de noviembre entró en vigor el primer reglamento comunitario de la historia que regula la actividad de las agencias de rating. Esta normativa tiene una doble finalidad. Por un lado establece un registro obligatorio a nivel comunitario para ejercer la actividad, mientras que por otro trata de corregir algunos errores que se han achacado estas compañías en el pasado como los conflictos de interés.Entre las medidas que ha impuesto la Unión Europea para reforzar la vigilancia de estas entidades, la norma establece que los analistas que elaboren los rating estén sometidos a un mecanismo de rotación. Por otra parte, las agencias deberán desvelar las metodologías que utilizan para elaborar sus calificaciones, vigilar de forma continua las calificaciones ya dadas y publicar anualmente un informe sobre transparencia. En Estados Unidos los organismos reguladores también han movido ficha y han adoptado medidas en la misma dirección que exigen una mayor transparencia a estas instituciones.