Las suspensiones autoadaptativas
El último avance para mejorar la estabilidad y la comodidad son las suspensiones que realizan un ajuste de la dureza continuo, adaptándola a las circunstancias de la carretera y al estilo de conducción. Comenzaron en modelos de lujo, pero ya hay coches como el Volkswagen Golf que las incorporan como opción. Pueden modificar la dureza de la suspensión hasta 10.000 veces por segundo, mediante impulsos eléctricos. Lo hacen en función de los datos que les envían sensores que controlan el movimiento vertical de cada rueda, la aceleración, la caja de cambios o la dirección. Aunque el ajuste de la dureza es continuo, el conductor puede elegir el funcionamiento normal, confort o sport.
Tenga o no el automóvil un mecanismo de este tipo, conviene prestar atención al estado de los amortiguadores. Para facilitar el control de la dirección y favorecer un mínimo de comodidad, un coche tiene que apoyar sus ruedas sobre elementos elásticos y flexibles que absorban las irregularidades. Este sistema está formado por muelles y amortiguadores guiados por una serie de brazos. El amortiguador trabaja a la inversa que el muelle, pues su misión es frenar a éste, una vez que la rueda se ha desplazado verticalmente, para impedir los rebotes.