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Banca

S&P considera que la banca europea depende en exceso del apoyo estatal

El sector bancario europeo ha llegado a una "frágil estabilidad" y logrado retornar a beneficios, aunque "de manera débil", debido a una "plétora" de políticas gubernamentales. Así se pronunciaba Standard & Poor's (S&P) en un informe sobre la banca de la región y el sustento gubernamental durante la crisis distribuido ayer. Los apoyos públicos están destinados tanto a la industria financiera como a la economía global.

"El respaldo del Gobierno, que nosotros consideramos implícito a través de una extensa regulación bancaria, se convierte en el principal sustento de la solvencia del banco ante una severa recesión del sector", subraya Scott Bugie, autor del informe. El estudio precisa que la adversidad económica ha impactado en la cartera de préstamos de los bancos del Viejo Continente y que seguirá haciéndolo aún cierto tiempo.

"El coste de construir reservas para cubrir las esperadas pérdidas futuras y de reducir los flujos de negocio debido a la débil recuperación serán, desde nuestro punto de vista, un lastre para los ingresos de los bancos a medio plazo", aseguró Bugie.

El sector bancario europeo registró un resultado agregado positivo en el primer semestre de 2009 debido a los "robustos" resultados de la actividad de corretaje, destacó la agencia de calificación crediticia. Con todo, S&P aclara que las ganancias "siguen débiles" y recuerda que una de cada cinco de las mayores entidades europeas registraron pérdidas hasta junio.

Las principales razones por las que se mantiene la previsión negativa para la industria bancaria de Europa son las perspectivas debilitadas de futuros ingresos y las previsiones de grandes cargas crediticias para 2010 y 2011.

Bugie sostiene que las acciones gubernamentales han sostenido hasta ahora a los grandes bancos, pero destaca que estas políticas "tienen una vida limitada". Por esta razón, la retirada de los estímulos será un asunto principal a tratar en la industria a medio plazo. Por otra parte, la nueva regulación establecerá mayores requisitos de capital a los bancos para respaldar riesgos, más activos líquidos y endurecerá la normativa sobre derivados y hedge funds.

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