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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Subir impuestos será algo natural

La naturalidad con la que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, defendió en 2004, año de su triunfo electoral, que bajar impuestos era de izquierdas se está convirtiendo ahora en un serio obstáculo para que el PSOE explique de forma creíble a sus electores y a la opinión pública en general que aumentar la presión fiscal, aunque sea sólo en poco más del 1%, también obedece a una práctica emparentada con la socialdemocracia tradicional. En el Gobierno se reconocen dos circunstancias, por otra parte obvias: que ha existido una errónea política de comunicación al trasladar a los ciudadanos la reforma impositiva incorporada a los Presupuestos y, en segundo lugar, que la subida de la presión fiscal tiene difícil marcha atrás teniendo en cuenta dos circunstancias objetivas, como son el progresivo envejecimiento de la población y la considerable merma de ingresos, sin posibilidad de retorno, que supondrá para la hacienda pública el desplome del sector inmobiliario.

Oportunidad

A estas alturas de la discusión presupuestaria, el tímido debate interno en el PSOE ha superado el impacto inicial del giro que Zapatero ha dado a la política fiscal para detenerse en si es oportuno el momento elegido para ello, ya que España será uno de los países más retrasados en la salida de la crisis. También hay voces del PSOE que se plantean si hubiera habido margen de maniobra para reconducir por el sendero clásico de la izquierda la política de ingresos sin recurrir a la tributación indirecta.

Esta es la fase crucial de la legislatura para que el PSOE entierre sus errores

El debate no encuentra de momento aposento en los órganos de gobierno del PSOE, donde tradicionalmente se ha optado por no entorpecer la tarea del Ejecutivo sino, más bien, en los aledaños del partido y en sus círculos más intelectuales, donde se reconoce que para conseguir una política tributaria más justa y equitativa habría que revisar todavía numerosas bases imponibles, perfeccionar la lucha contra el fraude fiscal y, en suma, caminar hacia un aumento progresivo de la presión fiscal desde posiciones más coherentes para mantener el costoso estado del bienestar construido en las últimas décadas. Si Zapatero tuviera en mente concurrir a las generales de 2012 con una rebaja impositiva como gancho electoral, habrá muchas voces en su partido, sobre todo las mejor informadas, que le advertirán de que incurre en un disparate mayúsculo, reconocen fuentes socialistas.

Tan pequeño es el margen del que dispone el Gobierno para nuevas alegrías fiscales que en el Ministerio de Economía se trabaja con la premisa de no realizar nuevas concesiones a los grupos minoritarios en lo que resta de tramitación presupuestaria. Antes de que el acuerdo con el PNV estuviera cerrado, se llegó a calcular que podían encontrarse todavía 1.500 millones en la nevera de Hacienda para afrontar las exigencias de los grupos de izquierda. Tal posibilidad parece ahora descartada.

Además, en el PSOE se ha respirado con alivio cuando se ha constatado la seriedad del nacionalismo vasco como compañero de viaje y se ha conseguido poner distancia tanto con ERC, sobre todo, como con IU. Toca ahora repensar el discurso para conseguir que el electorado entienda que se puede hacer una política de izquierdas tanto del lado del gasto como de los ingresos y, sobre todo, falta por superar el pesado lastre que generó Zapatero desde el año 2007 cuando se empeñó en negar durante tantos meses la evidencia de una crisis que ha acabado causando tantos estragos en el mercado de trabajo. Estamos en una fase crucial de la legislatura, a juicio de los dirigentes socialistas más experimentados en la técnica electoral, porque si el Gobierno no consigue ahora enterrar sus errores y aplicarse bien en la difusión de su política económica, corre el riesgo de que el PP, pese a todos los escándalos que le afligen, despegue en las encuestas.

Para los socialistas, cobra especial trascendencia en el análisis comparado el caso alemán y el aprovechamiento que la oposición está dispuesta a hacer en España de la rebaja de impuestos prometida por la canciller Ángela Merkel. En el Gobierno invitan a todos cuantos acercan su mirada a esta experiencia a mirar la letra pequeña, entre otras razones porque esta reducción impositiva en ningún caso comenzará antes de 2011 y, además, estará condicionada a la evolución de la actividad económica. Salvando las distancias, el Gobierno ha practicado en algunos aspectos una estrategia parecida en España, intentando ganar algo de tiempo para sus medidas más atrevidas.

El debate del IVA

Si el aumento del IVA en dos puntos se ha fijado a partir de julio del año que viene no es por capricho, sino más bien para comprobar en los próximos nueve meses cual es la evolución real de la coyuntura. Todo está pues, en el aire, mientras los estudiosos analizan los pros y los contras de los últimos pasos dados por Zapatero. En contra de la subida fiscal operarían argumentos de peso como la mayor carga tributaria que soportarán las clases medias y bajas, el riesgo de una destrucción añadida de puestos de trabajo por la caída del consumo y los costes de la financiación autonómica. A favor, pesarían criterios como la necesidad acuciante de controlar el déficit, atender convenientemente los gastos sociales y trabajar a favor de eso que se ha dado en llamar, de forma ya un tanto cansina, el cambio de modelo productivo.

En cualquier caso, prepárense para viajar hacia un discurso oficial que hará de la subida de impuestos algo tan natural como el discurso contrario con el que Zapatero inauguró su primera legislatura.

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