EPA: La crisis se ceba con los hombres fijos de la industria
La crisis laboral no ha remitido, porque no ha concluido el ajuste del mercado de trabajo, a juzgar por los datos revelados en la Encuesta de Población Activa.
El tercer trimestre ha sido más suave que los precedentes, pero analíticamente mantiene la misma tendencia destructiva: el empleo sigue cayendo, y el daño se concentra en la industria manufacturera (allí donde están los empleos con mayor nivel de renta), y mayoritariamente entre los hombres con contrato fijo. El paro desciende únicamente por la caída de los activos, que se produce por la pasividad de la población ante las escasas posibilidades de encontrar un puesto de trabajo, una vez que la crisis se ha instalado en la economía. Al inicio de la crisis ocurre lo contrario: una sobrerreacción de activos en busca que recuperar la renta perdida por el resto de miembros del hogar.
Si desde que comenzó la crisis el ajuste se habría producido entre trabajadores temporales, con escasos niveles de protección y con escaso coste para las empresas (despido cero), ahora ha comenzado la destrucción de empleo fijo. El coste del despido funciona como un frontón para los empresas, que retardan el ajuste, y convierte a las variables del mercado laboral en indicadores retrasados de la economía. Pero ya en el tercer trimestre las empresas han agotado la paciencia ante la presión bajista de la demanda final, y han comenzado a soltar lastre estructural de sus plantillas. Así, el empleo perdido es de 74.800 personas en el trimestre; pero si nos fijamos en los despidos de fijos, es de 161.200, más del doble, que se ha compensado con un avance del empleo temporal de 74.500 personas, elevando ya la tasa de temporalidad, y quebrando su acusado descenso de los dos últimos años.
Los hombres han perdido 87.600 empleos, mientras que las mujeres han ganado 12.800. El trasvase es lógico en crisis industriales, que además animan al avance de la población activa femenina, en busca de recuperar con el cónyuge la renta del hogar perdida por el cabeza de familia. Así, la actividad de los hombres (número de activos) ha descendido en casi 86.000 personas, puesto que las franjas de varones que pierden el empleo en la industria a edades maduras, no vuelven a encontrarlo, y abandonan el mercado de trabajo. La tasa de paro del cabeza de familia o persona de referencia en el hogar está ya en el 14,67%, prácticamente igual que el de su pareja (14,74%): es el efecto Scheffild, consistente en pérdida masiva de empleo industrial masculino, sólo compensado con empleo a tiempo parcial femenino en servicios, aunque aún en el tercer trimestre el empleo a tiempo completo femenino avanzó notablemente.
La industria ha perdido 79.800 puestos de trabajo en tres meses, cantidad superior a la de la construcción (71.700), mientras que los servicios han generado empleo. Lógicamente éstos han absorbido el tradicional impulso de las actividades de verano, fundamentalmente en el turismo. La construcción persiste en su ajuste, aunque ha frenado el ritmo por el plan E de inversión municipal. Pero es empleo para hoy, y paro para mañana. En definitiva: se trata de un trimestre anestesiado por el Plan Municipal de inversión pública. Un análisis de los datos desestacionalizados revela que la tendencia destructiva persiste con la profundidad de una crisis severa. Así, el empleo destruido ha sido de 136.000 (1.511 cada día), y el paro avanza en 58.000 personas, en vez de caer en 14.000 como dice el índice nominal.