¿Quieres producir una película? Para eso está el 'crowdfunding'
Una idea, un grupo de personas interesadas en financiarla y mucho empeño. Desde hace unos años el crowdfunding, financiación de un proyecto a partir del capital de muchas personas, se abre camino en el terreno musical y audiovisual. Pequeñas ideas en las que participa mucha gente como productores con un objetivo: materializar el proyecto creando una demanda anterior a través de la red.
Hace dos años, tres estudiantes de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) con experiencia en la realización de cortometrajes se lanzaron a la aventura de realizar su primer largo a través de su propia productora Riot Cinema. Nicolás Alcalá, de 22 años, director del proyecto junto con Carola Rodríguez (22) y Bruno Teixidor (23) se pusieron manos a la obra para empezar la creación de El cosmonauta (http://www.elcosmonauta.es/), una cinta de ficción que cuenta la historia del primer astronauta ruso y su imposibilidad a la hora de volver a la tierra.
Buscando financación, el rompecabezas a la hora de realizar cualquier película, se interesaron por el crowdfunding, un sistema de financiación en el que participan muchas personas con una inversión pequeña. Su idea se expandió por la red y hoy cuentan con 1.057 productores que se convierten en mecenas a partir de dos euros y con 1.000 euros tienen una participación en los beneficios. A día de hoy cuentan en caja con 15.000 euros y su objetivo es llegar a los 150.000 para comenzar el rodaje y hasta los 450.000 para cubrir todos los gastos de personal.
"El primer paso es convertir a tus seguidores en fieles para que tu proyecto tenga repercusión, darles algo más allá de su nombre en los títulos de crédito", explica Antoni Roig, director del programa de Comunicación Audiovisual de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y conocedor del crowdfunding. En El Cosmonauta se incluye la devolución de la inversión en tangibles: la gente participa con la compra de merchandising de la película: camisetas, chapas y otros productos relacionados con el filme. Además de la financiación de pequeños inversores, esperan llegar a la cantidad pensada con la ayuda de publicidad privada. Cuentan también con el apoyo de la Universidad Complutense de Madrid y la Embajada rusa en España, entre otros.
Los proyectos crowdfunding se extienden en el audiovisual. Uno de los más conocidos es The Age of Stupid (http://www.ageofstupid.net/), un documental sobre el cambio climático que se ha estrenado recientemente en salas de cine. El proyecto, con Franny Armstrong de director, comenzó en 2006 y se consiguieron 493.000 euros gracias a la inversión de 228 personas, que invirtieron entre 5.400 y 38.000 euros. Una vez estrenada la película cada uno recibirá una cantidad proporcional a lo que puso de acuerdo a las ganancias. "Han abierto el camino del éxito y han definido el modelo óptimo: escalar en la financiación a partir de fases, tanto para la preproducción, producción, postproducción y distribución", explica Roig.
Una moda que va a más
Los proyectos que se van a poner en marcha no paran de aparecer. La idea es que si alguien lo consigue, cualquiera lo puede conseguir. En la web Indiegogo.com (http://www.indiegogo.com/) una persona puede presentar su proyecto y los inversores dan su visto bueno. Una manera de vincular al director con los productores.
El crowdfunding ya es una alternativa para los pequeños proyectos, pero ¿puede servir para los más grandes? La crisis financiera y de liquidez ha provocado que muchos bancos y fondos de inversión dejaran el negocio de Hollywood, según explica la revista Hollywood reporter, y han pasado de invertir 10.000 millones de euros entre 2005 y 2008 ha vender toda su participación en los estudios a lo largo de 2009. Existe miedo y sus inversiones se dirigen a negocios más conservadores.
No es la filosofía del movimiento crowdfunding, alejado de los estudios y dirigido a pequeños y medianos proyectos, pero una buena idea podría atraer a inversores de todo tipo. "Existe un efecto de bolsa de nieve y los proyectos cuentan cada vez con más comunidades de seguidores. Esto puede atraer a los inversores tradicionales, con miedo a la hora de poner el dinero, ya que hay un elemento de seguridad: un público fiel antes incluso de que se filme la película", dice Roig.
Sin Internet no hay proyecto
Internet ha tenido mucha culpa en el crecimiento del crowdfunding y de otra manera sería imposible darse a conocer. "En sólo cinco meses la repercusión de El Cosmonauta y el público interesado en la red ha crecido y supera al de películas convencionales", explica Nicolás Alcalá, uno de los directores del proyecto. Un rastreo en Google les da la razón: escribiendo crowdfunding, la primera entrada es de la Wikipedia y ahí se destaca El cosmonauta.Las redes sociales han sido sin duda uno de os trampolines para el éxito de los proyectos. La película de Alcalá, por ejemplo, cuenta con 750 fans en Facebook, que siguen los videos y la evolución de la película. Las dos primeras entradas al escribir cosmonauta en Google son para la película. Además, su idea es distribuir el filme en la red con calidad de Alta Definición (HD) con licencia Creative Commons para que cualquiera pueda utilizar el material siempre y cuando cite la fuente primaria.