Dinero por su 'tastarro'
Como saben ustedes, los financieros somos muy dados a subvertir el lenguaje e introducir anglicismos, por el simple hecho de que el lenguaje de las finanzas es el inglés. Uno de los términos más usados recientemente es el de cash for clunkers, al que me he permitido la licencia de traducir como "dinero por su tastarro". Un tastarro es, en esencia, un vehículo muy viejo; aprendí esta palabra disfrutando de la ciudad de Soria y sus fiestas de San Juan. Este viernes el The Wall Street Journal publicaba un artículo sobre las críticas que el BCE ponía encima de la mesa ante los programas gubernamentales cash for clunkers. Perdón, "dinero por su tastarro".
El razonamiento era muy sencillo: los programas puestos en marcha, sin duda, proveen de un innegable impulso a la industria del automóvil, a la economía; pero, es más que probable que este impulso remita e incluso no impida la vuelta a números más negativos. No voy a poner en duda los efectos positivos de estas medidas, pero sí creo conveniente hacer una reflexión sobre algunos efectos que cuando menos parecen haberse obviado y tienen un sesgo más bien negativo. En general, los macroeconomistas coinciden en que este tipo de medidas tienden simplemente a anticipar decisiones de gasto de consumidores. Maquillan y ayudan en el corto plazo, pero no aseguran que el empuje continúe; pan para hoy En Alemania en lo que llevamos de octubre las ventas de Ford caían ya un 20% sin el programa de ayuda. En EE UU las ventas han vuelto a los niveles previos al programa (un equivalente de 9,4 millones de vehículos desde más de 14), en España ya se pide una prórroga de la ayuda. Otro efecto no deseado es el "efecto expulsión" (crowd out, perdón de nuevo), puesto que desplaza las decisiones de compras de bienes duraderos de una industria a otra.
¿Ayudamos a todas? ¿Subsidios con cargo a Presupuestos (impuestos) para todos? Las medidas reactivas son necesarias en este entorno; pero una verdadera planificación industrial y un gasto más productivo, probablemente serían preferidos por los ciudadanos, o al menos por los que no trabajan en el sector.
Juan Luis García Alejo. Director de análisis de Inversis