El cielo no discrimina a los astrónomos amateur
Los observadores aficionados hacen grandes contribuciones a la ciencia al descubrir astros desde sus casas
Llamamos al Instituto de Astrofísica de Canarias y no nos hicieron mucho caso". Cuando Francisco García, aficionado a la astronomía, llamó para notificar el descubrimiento de la supernova SN-1993-J, sólo hacía un año del único descubrimiento similar por parte de un científico español en todo un siglo. "Menos mal que conocíamos un astrónomo holandés que pudo mover un satélite para que hiciera el espectro y lo comprobara", recuerda García. Los observadores amateur juegan un importante papel en el mundo de la astronomía, y España es uno de los países donde más abundan.
No hace falta un gran telescopio para ver grandes cosas, con tal de que haya poca contaminación lumínica. Hay quien se va a la montaña y mira a simple vista. La altura de Tenerife y La Palma reduce además la porción de atmósfera que se interpone entre el observador y los astros, pero ninguna de las dos condiciones son imprescindibles; más importantes son "el tiempo y las ganas". Gustavo Muler es canario, pero vive en Lanzarote, y Juan Antonio Henríquez Santana vive en un quinto piso en Tenerife. Este último vio el estallido del cometa 17P Holmes el 24 de octubre de 2007.
"Juan Antonio me llama por teléfono", recuerda Muler. "Había dejado el telescopio disparando fotografías y se había ido a dormir. Me cuenta que ha visto una estrella que se mueve". Siguiendo el protocolo, que requiere que los fenómenos sean vistos al menos por dos personas, Muler confirmó que se trataba de un cometa en su casero Observatorio Nazaret.
A simple vista, en la montaña, ya se pueden avistar nuevos fenómenos
Los cometas no brillan por sí mismos, sino que reflejan el brillo del sol. Están formados por agua y polvo, sobre todo. Henríquez y Mulet lo vieron mientras estallaba y perdía un 2% de su masa. A su alrededor se formó una gran cola de polvo llamada coma, que llegó a ser más grande que la luna. Pasó de la magnitud 17 a magnitud 2, la que corresponde a las estrellas que brillan a simple vista.
Después de la confirmación de Muler, todo el mundo de la astronomía se puso a observarlo. "El Hubble tiene unas fotos preciosas". Es el estallido más importante del que se tiene constancia desde que fuera descubierto en 1892 por Edwin Holmes. El cometa se pudo ver a simple vista durante meses. "El 15 de abril de este año fue la última vez que lo avisté", cuenta Muler.
Cada grupo de observadores se especializa en un sector determinado: el sol, los cometas, los asteroides, las supernovas... Para descubrir una de estas últimas, que son en realidad explosiones de estrellas, hay que observar el mayor número de galaxias, explica Francisco García. "Tienes que tener memorizado el campo de estrellas. No es tan difícil como parece, porque el cerebro forma cuadraditos, triangulitos... Es como recordar caras". Ahora también se puede hacer chequeando imágenes fotográficas.
El descubrimiento de la SN-1993-J (la J es para ordenarlas, como se hace con los huracanes) tuvo lugar el 28 de marzo de 1993, un domingo por la noche. "No fue nada heroico, no eran ni las doce". Era la supernova más brillante avistada en el hemisferio norte en 50 años.
Hasta una semana después no se supo que en Arizona habían tomado imágenes anteriores al avistamiento de García, así que fue él quien se llevó los galones. "Me concedieron el Premio Nova de la Asociación Americana de Observadores de Estrellas Variables", que se concede a todos aquellos que observan una nova o supernova; en 1993 eran unos 50.
Los compañeros de García en el grupo M1 confirmaron el descubrimiento. Entre ellos está José Ripero, uno de los astronómos aficionados más veteranos de España. "En 30 años he realizado unas 77.000 estimaciones del brillo de estrellas, sin ayuda de la electrónica", entre ellos el de la SN-1993-J. "Los directores de los grandes telescopios de la época ordenaron que la primera hora de observación se dedicara a la supernova".
Los observadores amateur españoles representan una importante proporción de todos los del mundo. El alcance de los telescopios de aficionados es mucho menor que el de los profesionales, pero al igual que estos últimos ha ido creciendo con el desarrollo tecnológico. "Llegamos a lo que veían los profesionales hace 15 años", afirma Muler. El precio, para quien quiera aficionarse,"es inferior al de un coche", pero puede salir más barato haciéndoselo uno mismo, como recomienda García.
Ripero ha visto "todo lo que se puede ver en la bóveda celeste desde nuestro planeta". Una aurora boreal desde la sierra madrileña, supernovas, cometas de larga cola, y tres eclipses totales fuera de España, "sin duda el espectáculo más sobrecogedor de la naturaleza".
Un congreso con los más veteranos
Los astrónomos aficionados españoles se reúnen hoy y mañana en Cosmocaixa de Madrid, en Alcobendas, con algunos de sus colegas internacionales. Participarán Juan Antonio Henríquez, Francisco García y José Ripero, entre otros.Destaca la presencia del australiano Robert Evans, que tiene el récord de supernovas avistadas, con 42. De Estados Unidos acude Carolyn Shoemaker, de 80 años, que ha descubierto más cometas que nadie, 32, así como más de 800 asteroides.