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CincoSentidos

Leche, cacao, avellanas y azúcar, ¡publicidad!

El experto en marketing Sergio Rodríguez reúne en un libro los anuncios más recordados de la historia de la televisión en España.

Leche, cacao, avellanas y azúcar, ¡publicidad!
Leche, cacao, avellanas y azúcar, ¡publicidad!

La historia reciente de España, narrada a golpe de spots publicitarios. Esa es la propuesta del creativo Sergio Rodríguez en un libro, que es más un álbum de recuerdos colectivos, y con un título muy prometedor: Busque, compare y, si encuentra un libro mejor, ¡cómprelo! Más de 200 páginas ilustradas para recorrer la historia publicitaria de España desde los años cincuenta hasta la actualidad, aunque con un énfasis especial en los agitados ochenta, una época llena de cambios.

"La magia de la publicidad pertenece a los años ochenta, cuando los anuncios nos hacían soñar con determinados productos y cuando la televisión tenía un poder de convocatoria del que ahora carece", explica el autor en una entrevista con CincoDías. Rodríguez pertenece a la generación que nació en los años setenta y que vivió su infancia y su adolescencia en la década siguiente. "Todavía me emociono cuando escucho el jingle de Farala, o de Chispas", admite.

El libro, editado por Electa, del grupo Random House Mondadori, salió a la venta este viernes a un precio de 23 euros. Sergio Rodríguez hizo todo el trabajo de recopilación en un tiempo récord, entre diciembre del año pasado y abril. Para la tarea, decidió salir a la calle y preguntar directamente a la gente qué anuncios le venían a la memoria.

La selección se ha hecho, por tanto, prácticamente por aclamación popular. "Si haces una encuesta rápida de cuáles son los 10 anuncios favoritos de la gente, verás que al menos tres de ellos tienen 15 años o más", afirma este publicista, que ha hecho un trabajo único en el mundo: ir recopilando tacita a tacita, disculpas por la broma fácil, los anuncios más significativos y con más repercusión social en su web www.lahistoriadelapublicidad.com.

Este particular relato de España comienza con el célebre borreguito de Norit, algo inaudito para dejar bien lavada la prenda más delicada. Los años cincuenta vivieron el nacimiento de Televisión Española, el 28 de octubre de 1956. El inicio de la recuperación económica tras la posguerra permitió que el Cola Cao se convirtiese en el desayuno y la merienda ideal.

La década siguiente abrió las puertas del país al turismo internacional de la mano de Manuel Fraga, a la sazón ministro de Información y Turismo. En una visita oficial a Inglaterra, Fraga acuñó uno de los eslóganes que más profundo han arraigado en la colectividad popular: Spain is different. En la península, mientras niños y madres descubrían que había un gran vaso de leche en cada tableta de chocolate, una rubia extranjera desató un terremoto. La turbadora modelo Margit Kocsis hizo historia cabalgando ligera de ropa a lomos de un hermoso corcel blanco para el anuncio que celebraba el centenario del coñac Terry. La famosa saeta rubia del Real Madrid, Alfredo di Stéfano, tenía tiempo entre gol y gol para proclamar que si él fuera mujer luciría unas indesmallables medias Berkshire. Definitivamente, España era diferente.

Viene la democracia

El país se preparaba para un mundo completamente distinto, un mundo de libertad sin ira, como rezaba la popular canción que compuso Jarcha y que alumbró el lanzamiento del ahora extinto Diario 16. Hubo una epidemia de niños que se olvidaban los donuts y, de paso, la cartera del colegio. Las niñas aprendían a maquillarse consultando a la mítica señorita Pepis y los adultos descubrían, que si no les gustaba la tónica de Schweppes era porque la habían probado poco.

Y así llegó la modernidad de los ochenta. Una invasión de lagartos alienígenas disfrazados de humanos amenazó con conquistar el planeta. Eso, a pesar de que un habilidoso equipo formado por cuatro ex combatientes del Vietnam recorría las carreteras al mando de una furgoneta negra, con el objetivo de desfacer entuertos allá donde los más débiles les necesitasen. En España, el cantante Juan Pardo consiguió uno de los mayores éxitos de su vida con la canción de los chicles Cheiw Junior.

Un nuevo peluche le hacía la competencia en ternura al ya longevo borreguito de Norit. No era otro que el osito de Mimosín, para unos entrañable, para otros no tanto, y que tenía una afición desmedida a arrojarse sobre montones de ropa recién planchada.

En la edad de oro del pop y los renombrados años de la movida, tampoco podía faltar el erotismo light en la publicidad. Dos anuncios fueron emblemáticos en este sentido: en uno de ellos, una motorista de vértigo, embutida en un neumático traje de cuero rojo, buscaba a un hombre muy afortunado llamado Jacq's. "Un anuncio tan sexista como ese no aguantaría hoy ni un día", comenta Sergio Rodríguez. En un escenario completamente distinto, una bellísima joven disfrutaba semidesnuda de una paradisíaca playa al tiempo que invitaba a descubrir el frescor de los limones salvajes del Caribe... la chica fue apodada de inmediato como la 'rubia de Fa'. Aquí hay que decir que la investigación realizada por Sergio Rodríguez reveló que de limones, nada, y de salvajes, menos. El anuncio original era alemán y se añadieron unas limas para darle un toque aún más exótico al anuncio. La agencia de publicidad en España decidió modificar el mensaje original, ya que por aquel entonces las limas eran unas grandes desconocidas en la cesta de la compra patria.

Y si se habla de alimentos, qué decir de la Nocilla, una merienda con carácter. Los fabricantes del conocido producto compuesto de leche, cacao, avellanas y azúcar descubrieron que las ventas se habían estacando y que era preciso darle la vuelta a la Nocilla. ¿Qué era lo que ocurría? Las madres castigaban a los niños sin Nocilla cuando se portaban mal. El fabricante reaccionó y encargó dos series de anuncios: en unos, se convencía a los chavales de que la Nocilla era su aliado perfecto para las gestas deportivas; en los otros, la idea era demostrar a las madres que aquella crema de chocolate no merecía ser tildada de golosina cualquiera, sino que era un producto de impagable valor nutricional. En la misma época, el director general de Camp, Manuel Luque, reflotó el detergente Colón con un comercial que hizo bandera de la honradez. Ya saben: Busque, compare y, si encuentra algo mejor, cómprelo.

La década de los noventa

El primo de Zumosol, que aún hoy sigue siendo mentado, se hizo fuerte en los noventa. Es la misma década en la que un niño llamado Edu se dedicó a felicitar la Navidad por teléfono móvil a medio mundo, sin causar por ello un cataclismo en el bolsillo de sus atribulados padres. Una exitosa campaña de Airtel.

Sergio Rodríguez ha añadido un tramo final de anuncios recientes que considera que pueden hacer época. Es el caso, por ejemplo, de las canciones del verano de la ONCE. De todos modos, el experto publicista cree que la creatividad ha perdido fuste: "Ahora ya no se usa ni el eslogan ni el jingle. Falta emoción". El tiempo pasa.

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