Soluciones que multiplican los problemas aéreos
Con amigos como este, ¿para qué quiero enemigos? Entre las compañías aéreas españolas se ha instalado la impresión de que las medidas anunciadas por el Gobierno en julio para ayudar a la industria turística y, por tanto, a la aviación civil, a salir de la profunda sima en la que la ha colocado la crisis, se han convertido en la principal amenaza para su supervivencia. "Pedimos ayuda y nos han puesto una soga al cuello", aseguran.
Las aerolíneas, sus patronales y los representantes de sus colectivos laborales han consumido el último año enviando señales de SOS ante el desplome del tráfico de pasajeros y de mercancías.
El Gobierno, acuciado por otros derrumbes económicos más sonoros, tardó tiempo en percibir que la principal industria del país, la turística, también se encontraba con el agua al cuello.
El plan anticrisis del Gobierno da alas a la expansión de las 'low cost' en el mercado español
Con mucho retraso, los representantes del sector aéreo consiguieron concertar un maratón de reuniones con representantes de AENA, de Fomento y de Industria y con Presidencia del Gobierno. A fuerza de quejas, a principio de 2009 se identificaron 22 medidas urgentes cuya implementación debería convertirse en salvavidas ante el naufragio.
El catálogo incluía iniciativas del más diverso pelaje. Desde la reestructuración del espacio aéreo para conseguir que el uso de las áreas militares hicieran más directas las carreteras del cielo, hasta el aplazamiento en los pagos de las cotizaciones a la Seguridad Social de las aerolíneas y compañías de handling.
Todas las medidas eran importantes. Sin embargo, la principal de las reivindicaciones del sector, y también la más antigua y reiterada, consistía en reclamar que se congelaran las tasas que las compañías aéreas pagan a AENA por los servicios aeroportuarios.
Con más fuerza si cabe, el sector exigía que se redujeran de manera drástica las tasas de navegación aérea. Estos precios públicos sirven para mantener la actividad y los salarios del colectivo de 2.000 controladores aéreos españoles y desde hace tiempo están en el punto de mira de las compañías, que aseguran que son un 40% más caros que los del conjunto de la UE.
Hace dos décadas que se creó AENA. En este tiempo los Gobiernos de distinto signo que han pasado por La Moncloa han mantenido invariable la política de que, año a año, las tasas aéreas tenían que incrementarse por encima del IPC.
En el último mes de abril la vicepresidenta del Gobierno abrió por primera vez ante un grupo de empresarios turísticos la expectativa de que pudieran reducirse las tasas aéreas. El sector recibió las palabras de Fernández de la Vega como un verdadero acontecimiento.
Sin embargo, la alegría duró pocas semanas. En una comparecencia de José Luis Rodríguez Zapatero en junio para detallar un plan de medidas anticrisis, la prometida rebaja de tasas quedaba condicionada a que las compañías incrementaran su número de pasajeros.
Finalmente ha quedado aprobado en Consejo de Ministros que la medida se articulará de manera que las compañías que en la próxima temporada logren incrementar su número de viajeros en un aeropuerto, en relación con las cifras que obtuvieran el año anterior, lograrán una exención del 100% en las tasas aeroportuarias que deberán pagar en dicho aeropuerto.
En un momento de crisis del sector, sólo dos empresas de bajos costes extranjeras, Ryanair y EasyJet, tienen planes para incrementar sus vuelos en algunos aeropuertos españoles. De esta manera el plan anticrisis de La Moncloa se ha convertido en un puente de plata para que los más agresivos competidores del sector nacional puedan financiar con dinero público español su objetivo más deseado: convertirse en las empresas líderes por número de pasajeros del mercado aéreo español.