La UEFA aprieta el cinturón de los clubes de fútbol
Las autoridades europeas están hartas de la distorsión que crea el dinero en la industria del fútbol. Salvo algunas pocas excepciones, la ley Bosman convirtió hace unos 15 años la riqueza económica en la principal variable para el éxito futbolístico. El dinero ya es tan importante para la consecución de logros, que los equipos se han envuelto en una espiral de inversiones que excluye a quien no puede acceder a él. Los fichajes del Real Madrid no son sino el último ejemplo del rol protagonista del euro en los campos.
Por ello, el presidente de la UEFA, Michel Platini, quiere proponer al comité ejecutivo de la organización próximamente la introducción de una norma que asegure el "juego limpio financiero". Los clubes estarán obligados a partir de la temporada 2012/2013 a tener sus cuentas al menos en punto de equilibrio si quieren acceder a las Liga de Campeones.
De aprobarse, la norma supondría una revolución: de los equipos que disputaron la Primera División en la temporada 2007/2008, sólo F. C. Barcelona, Real Madrid y Real Valladolid cumplen este requisito. El Manchester United, campeón de la Champions League de ese mismo año y finalista de la pasada edición, también tendría vetado el acceso. Pese a todo, el consejero delegado del equipo inglés, David Gill, aseguró ayer que la entidad está preparada para cumplir con las nuevas normas de la UEFA.
Algunos expertos dudan de que la igualdad suba el interés de las ligas
El Gobierno español asegura trabajar también en la misma dirección y pretende limitar el gasto de los clubes en fichajes y salarios a un "60% o un 70%" del presupuesto, según explicó recientemente el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, quien precisó que quiere contar con el consenso del sector. Su idea es introducir esta limitación en la futura Ley del Deporte Profesional, que también creará un órgano supervisor.
Mientras se aprueba esta ley, la crisis ha puesto a raya a los clubes ingleses, pero no a los españoles. La Premier, la competición más rica de Europa, moderó un 10% su gasto en fichajes este año hasta 510 millones de euros, según datos de Deloitte. En España, las fuertes inversiones del Real Madrid y el Barcelona han llevado a la Liga a la segunda posición en cuanto a gasto en contrataciones, con 455 millones. En Italia el desembolso alcanzó los 400 millones, por los 230 millones registrados en Alemania.
A nadie se le escapa que la liberalización del mercado laboral en el fútbol, los contratos de TV, los mayores estadios y la irrupción de magnates árabes y rusos y constructores ha consolidado una clase alta en las tres principales ligas europeas y ha ensanchado el abismo entre clubes.
Así, entidades históricas como el Ajax, el Borussia Dortmund, Benfica, PSV Eindhoven o el Estrella Roja difícilmente podrán reeditar éxitos pasados, basados en jugadores criados en su seno. Hay excepciones, como de 2004 entre el Oporto y el Mónaco, pero no son más que eso, excepciones: la cartera se ha impuesto a la cantera. El profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de Barcelona, José María Gay de Liébana, apunta que "durante la última década los puestos de privilegio ... corresponden a clubes enmarcados entre los mejor dotados económicamente, quedando muy poco margen de maniobra para el factor sorpresa".
Los esfuerzos de Platini son acertados en lo que se refiere al control financiero de los clubes. Es incontestable que el fútbol es un negocio deficitario, y que ha de contar con límites para evitar que la deuda sea ingobernable (sólo en España, el pasivo asciende a unos 3.440 millones).
Hay unanimidad sobre el hecho de que hay que limitar las pérdidas del fútbol. No obstante, no está claro que el fútbol sea un mal negocio: más bien, habría que preguntarse si realmente es un negocio, al menos para los clubes. La mayor empresa del sector en todo el mundo (el Real Madrid) apenas facturó 366 millones la pasada temporada.
Los directivos de los clubes se han visto incapaces de monetarizar el enorme interés que despiertan sus partidos y los grandes beneficiarios de su actividad son otros, como las cadenas de TV o los fabricantes de equipamiento deportivo.
Lo que no está claro es que los esfuerzos de la UEFA para lograr una mayor igualdad vaya a hacer bien a la industria, o que el duopolio de Barça-Madrid, tan peligroso para muchos, sea en realidad pernicioso. Simon Kuper y Stefan Szymanski, por ejemplo, aseguran en su libro Why England lose (Por qué Inglaterra pierde) que la realidad es justamente la contraria. Los autores creen que los partidos igualados no suben relevantemente las audiencias de TV; que los espectadores que asisten a los estadios normalmente animan al equipo de casa, y que en el caso de los equipos pequeños, la visita del Barça o el Madrid incrementa la asistencia (y los precios de las entradas). Además, los grandes equipos atraen a mayores masas, por lo que sus victorias satisfarán a un mayor número de personas (los fans tienen la curiosa costumbre de preferir que gane su equipo). Su último ejemplo es el de la MLS estadounidense, "a la que le falta uno de los placeres de las ligas grandes: los partidos entre David y Goliat".