La economía sumergida aliviará el coste del paro
Los datos oficiales cifran en alrededor de 1.300 millones de euros el gasto máximo para costear una primera entrega (de doce meses) de la nueva ayuda de 420 euros mensuales a los parados que agoten la prestación y el subsidio por desempleo.
Ni que decir tiene que esta partida se abonará íntegramente con impuestos generales ya que las arcas del Servicio Público de Empleo están en los más absolutos números rojos desde el pasado año. Así, las cotizaciones por desempleo, que pagan los trabajadores, apenas llegan para costear algo más de la mitad del gasto en ayudas.
De hecho, el presupuesto inicial para pagar prestaciones y subsidios por desempleo en 2009 era de poco más de 19.000 millones de euros y, a la vista del azote del paro, el Gobierno se vio obligado a anticiparse y aprobar un crédito extraordinario de 14.000 millones en primavera para pagar las prestaciones este año.
Castilla y León aprobó una prestación a la que se apuntó menos gente de lo previsto
Hasta julio ya se habían gastado cerca de 16.000 millones y las previsiones es que el gasto final se acerque a los 30.000 millones, con lo que podrían hasta sobrar cerca de 3.000 millones respecto a los previstos.
Pero el Gobierno confía en poder ahorrarse aun más de lo esperado en este capítulo, ya que según distintas fuentes del Ejecutivo y de otros organismos económicos, el gasto de 1.300 millones para pagar la nueva ayuda a los parados no será tan abultado como lo pintan.
Así, la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Economía, Elena Salgado, precisó ayer que el coste de la nueva renta no tensionará "esencialmente" al déficit público.
¿En que se basan estas fuentes para afirmar todo esto? Pues el Gobierno confía nada más y nada menos en la economía sumergida para que aliviar el gasto en desempleo.
Según estas fuentes, desde distintas instancias se espera que muchos de los 700.000 parados que, en teoría, podrán beneficiarse de la nueva ayuda cuando entre en vigor con las condiciones definitivas, no se acercarán siquiera a las oficinas de empleo a solicitar los 420 euros.
El porqué no es otro que el que muchos de estos parados trabajan en la economía sumergida al tiempo que cobran su prestación. Si hubiera realmente el paro que muestran las cifras oficiales, España se caería", indica un funcionario cercano al Ejecutivo.
De esta forma, cuando se agota la prestación pierden sólo una parte de sus ingresos que podría mantenerse si cobraran la nueva ayuda, pero para ello deberán participar en un "itinerario de inserción". Esto significará, según establezca cada comunidad autónoma, un seguimiento del desempleado, de su actividad para buscar trabajo o, incluso, su asistencia a algún curso formativo.
En definitiva les obligará a rendir cuentas ante la Administración de alguna u otra forma, algo que en determinados casos será incompatible con una dedicación completa a sus actividades en negro. En definitiva, que a muchos parados que ahora trabajan sin declararlo podría llegar a no compensarles tener que dejar parte de su actividad sumergida para cobrar la nueva renta.
Escaso éxito
Es más, algún experimento previo, similar a la ayuda de los 420 euros, constata esta tesis. Se trata de lo que está ocurriendo en Castilla León, donde a principios de verano se aprobó una ayuda prácticamente idéntica a la estatal. Según la información recabada por los responsables de empleo castellanoleoneses, en esta comunidad habría un colectivo de más de 9.000 parados que cumplirían los requisitos para cobrar esa ayuda, pero poco más de 1.400 lo han solicitado.
Esto pone sobre la mesa el espinoso tema de la economía sumergida que suele salir claramente reforzada en todas las crisis. Los últimos datos de la OCDE indican que en España las cuentas en negro representaban en 2008 más del 22% del PIB. Intentar recortar este dato parece ahora poco menos que imposible. Es más, si los subsidios se instalaran aún más en la cultura popular, la economía española podría ver crecer este porcentaje peligrosamente.