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No se olvide...

El valor de las luces autoadaptativas

La visibilidad es el factor más determinante de cara a la seguridad, algo igualmente válido para la conducción nocturna. Por ello, la tecnología este campo mejora constantemente.

Los primeros automóviles llevaban velas alimentadas con acetileno, y no fue hasta 1924 cuando incorporaron las lámparas de incandescencia. En 1971 nacieron los faros halógenos, y hace tan sólo doce años se homologaron por primera vez las lámparas de descarga o de luz xenon. En muchos modelos aún son una opción, pero las ventajas que aportan son muy importantes. Un faro de este tipo proporciona el doble de luz, con una mejor percepción lateral, y aumenta la distancia de visibilidad hasta más allá de los 120 metros, con luz de cruce. En largas, superan los 250 metros.

No obstante, el último avance son las luces que cambian de cortas a largas automáticamente, teniendo en cuenta tanto a los vehículos en el mismo sentido o en el contrario. Tanto BMW como Mercedes ofrecen sistemas autoadaptativos. El Adaptative Highbeam Assist de Mercedes emplea una cámara que hace las funciones del ojo humano para recoger información del tráfico. No sólo conecta las largas o las cortas, sino que en función de factores como el clima o la posición del vehículo también las modifica.

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