La electrónica acabó con el espíritu de Woodstock
El espíritu de amor y paz que engendró hace 40 años el festival de Woodstock se ha perdido como resultado de los avances de la electrónica que han alterado los valores de la juventud actual, según sostienen algunos de los que participaron en ese acontecimiento cultural.
Fueron tres días de sol y lluvia de un fin de semana de agosto de 1969 para millones de jóvenes que se congregaron en Woodstock, cerca de la neoyorquina localidad de Bethel, no sólo para escuchar música sino también para declarar su amor al prójimo, su rechazo a la guerra y su búsqueda de igualdad.
Para Bette Dickerson, socióloga de la Universidad Americana en Washington, ese fue un momento crucial de la historia de país.
"Eran los tiempos del movimiento de los derechos civiles, la era de la felicidad, la era del amor libre, de la amistad, de los hippies y también de la guerra de Vietnam", señaló a Efe en una entrevista.
Pero Dickerson, de 59 años, quien dice haber sido testigo de los acontecimientos de esa época, agrega con nostalgia que ese espíritu ya casi no existe y que la juventud actual parece ser ahora más indiferente.
"Los jóvenes han sido arrollados por la tecnología. Antes era mucho más fácil establecer una compenetración humana. Hoy los jóvenes se comunican por internet, por Facebook y hasta se expresan a través de YouTube", señaló.
Para David Bingham, de 62 años, quien estuvo en el festival, Woodstock fue también "un punto de inflexión de la historia de este país" y ahora todo ha cambiado.
"Ya no existe el espíritu de solidaridad que nos animaba, que nos llevaba a protestar contra la guerra, a expresar nuestro amor por el prójimo", manifestó.
Bingham agregó que con ese espíritu Woodstock logró congregar a "millones de personas para escuchar música y hablar de paz y amor".
"Hoy eso no podría ocurrir. Hay conciertos de música popular, tal vez con miles de personas, pero nunca volverá a ocurrir un fenómeno similar al de Woodstock que congregó a millones", agrega.
"Hoy quizás tengamos más amigos, pero no hay contacto personal, en muchos casos esa amistad se nutre sólo a través de una dirección electrónica", subrayó.
Según el Centro Pew de Investigaciones sociológicas, el festival de Woodstock glorificó y exacerbó el cisma generacional de entonces, y hoy persisten las diferencias entre los jóvenes y los adultos sobre los valores, el uso de la tecnología, la ética de trabajo y el respeto y la tolerancia del prójimo.
No obstante, según agrega, esa brecha generacional moderna es mucho más apagada que la del decenio de 1960 porque son pocos los que la consideran como una fuente de conflicto, ya sea en la sociedad o en sus propias familias.
En resumidas cuentas, "las generaciones han encontrado la forma de discrepar sin dejar de ser descorteses", según señala.
Más aún, existe un acuerdo que une a todas las generaciones en torno a un punto cultural de conflicto que planteaba desde comienzos de la década la irrupción sin freno del rock and roll.
En las cuatro décadas transcurridas desde Woodstock ese ritmo, que entonces era lo que muchos llamaban "la contracultura", se ha convertido en la música más popular, tanto para los jóvenes como para los adultos mayores.
Una encuesta realizada en 1966 indicó que el rock and roll era la música menos popular de la época. Casi la mitad de los adultos consultados (44%) dijo directamente que la odiaba y sólo un 4% indicó que era de su agrado.
Pero un sondeo telefónico realizada por Pew entre el 20 de julio y el 2 de agosto pasados, confirmó que para más de un tercio de los consultados (el 35%) el rock and roll es su música preferida.
En esa consulta efectuada a 1.814 personas mayores de 16 años, el segundo lugar (27%) fue para la música country, seguida por el rhythm and blues (22%) y el rap (16%).