El apagafuegos
La tarea del flamante presidente del ICO no será fácil. La crisis ha roto las costuras del instituto público y relanzar su actividad es la misión encargada a un experto en la materia.
Una vela se apaga con un simple soplido. Pero la extinción de un gran incendio puede necesitar el agua de varias piscinas olímpicas. Y, aun así, siempre existe la posibilidad de que se descontrole y se convierta en un verdadero infierno. El Gobierno se propuso el año pasado sofocar las llamas de la crisis con una manguera muy particular: el revigorizado Instituto de Crédito Oficial. Casi 30.000 millones de euros después, el ICO renueva su cara. Josep Maria Ayala (Barcelona, 1949) será el encargado de remodelar y relanzar la actividad del instrumento del que el Gobierno dispone para impulsar la fluidez de crédito a las empresas, sin duda una de las claves de la recuperación económica.
Y su tarea no va a ser fácil. El ICO ha movido la friolera de más de 9.800 millones de euros en lo que va de año. Aunque la palabra movido quizá no sea la más apropiada, ya que la institución sólo hace las veces de canalizadora del crédito, de avaladora -no hay que olvidar que no es, ni puede ser, un banco público-. En cualquier caso, se trata de una cifra lo suficientemente importante como para que sea imprescindible saber si las líneas de crédito se adaptan a la demanda real y cumplen con las expectativas de la banca, que es quien pone el dinero la mayor parte del dinero.
El nuevo jefe de bomberos del organismo adscrito a Economía deberá retocar levemente la manguera del ICO y hacer algún ajuste para que el agua de los bancos bombee bien. Y la vicepresidenta segunda del Gobierno debía tener esta idea en mente cuando propuso a Ayala para dirigir el ICO, porque el catalán tiene una dilatada experiencia en el sector financiero español. Incluso ha trabajado en el Institut Català de Finances (ICF), una especie de primo lejano del ICO.
Estaba ya prejubilado cuando el tripartit le llamó en 2004 para que dirigiese el ICF. Un último servicio por la patria antes de retirarse definitivamente, debió pensar. Antoni Castells, consejero de Economía y Hacienda de la Generalitat, buscaba a alguien con un perfil marcadamente financiero, ya que querían potenciar la actividad del instituto -financiación de "opciones estratégicas del Govern"- y a la vez sanear sus cuentas. Ayala cerró el grifo de los créditos hasta 2005, sacando al organismo de los números rojos y cimentando las bases para la correcta actuación futura de la institución. En definitiva: cosechó una buena hoja de servicios, aunque salpicada de alguna mancha -entre ellas la financiación a Habitat para comprar la inmobiliaria de Ferrovial y el caso de Vueling-.
Pero el cambio de rostro del ICO simboliza además la consolidación de Elena Salgado al mando de Economía. La sustitución de Aurelio Martínez, hombre de Solbes, por Ayala se produce además tan sólo siete meses después de que se aprobasen los programas más importantes del ICO. Pero es seguro que Ayala se enfrentará al fuego con las mismas limitaciones que tuvo Martínez: la falta de autonomía del organismo y la constante exposición a las críticas de la oposición.
Antes de afianzarse en Cataluña como aguador financiero profesional, Ayala ya había hecho sus pinitos en el sector. Licenciado en Derecho y diplomado por la escuela de negocios IESE, ha pasado la mayor parte de su vida en el mundo de la banca. Fue director general de Banca Catalana entre 1990 y 1994 y, cuando ésta fue absorbida por el BBV, fue nombrado director territorial de la entidad para Cataluña y Baleares. En 1996 pasó a presidir el Banco Ganadero de Colombia, convirtiéndose en el primer extranjero en llevar las riendas de la entidad financiera más importante del país sudamericano. Finalmente, fue director general del área de empresas del BBVA hasta 2003, año en el que se prejubiló.
Aunque es él quien dirige las operaciones, Ayala tiene fama de componer buenos equipos de trabajo. Y también de colmar las expectativas de sus subordinados. Algo muy apreciado en cualquier entorno profesional -no hay nada mejor que saber que tu jefe se preocupa por tu carrera-. Durante su etapa en el BBVA dirigió a gente que hoy ostenta altos cargos. Por ejemplo: Jaume Guardiola, ahora consejero delegado de Banco Sabadell.
Los que le han tratado profesionalmente coinciden en que es un hombre extremadamente riguroso, prudente y analítico, un técnico. Muy profesional, pero también alguien accesible y sosegado, que transmite serenidad. Y esa es una de sus características más evidentes: habla muy bajito, casi susurrando. Es un hombre discreto y austero, que no se prodiga en los medios de comunicación.
A pesar de haber trabajado en varios sitios, siempre que puede aprovecha para ir a Cataluña -a poder ser, a la Costa Brava-. Tanto es así que ha preferido vivir entre Barcelona y Madrid antes que instalarse en la capital.
Así es la persona que maneja desde el 24 de julio los mandos del ICO. Tal y como señala el indicador de confianza elaborado por la institución, los consumidores se encuentran en el momento más optimista del último año. Esperemos que eso y su know-how contribuyan a darle al instituto el giro que necesita. Eso sí: no olvidemos que con una única manguera no se puede sofocar un incendio de varios frentes.