Ahora se topa con la competencia en Reino Unido
Reino Unido se ha convertido en un mercado clave para Telefónica. Es verdad que la libra no pasa por su mejor momento y que al trasladar las ganancias británicas a euros el resultado desmerece. Pero la mejora operativa que ha venido experimentando en los últimos años O2, la marca de la española en territorio de la Reina Isabel II, ha sido constante. En el ultracompetitivo mercado británico del móvil, Telefónica se las ha apañado para arañar un poco de cuota cada día a sus rivales y distanciarse de su inmediato competidor, Vodafone, para reafirmarse en el primer puesto de un partido que juegan bastante parejos hasta cuatro operadores.
Pero si alguien sabe que la competencia no es sólo operativa es Telefónica. Una compañía que se ha hecho grande a golpe de eficiencia, gestión y oferta comercial, pero también de talonario. En estos momentos, la española es la tercera operadora del mundo por capitalización bursátil. Sólo la superan China Mobile y AT&T, lo que significa que en Europa no hay nadie más grande que ella, al menos a juicio del mercado. Y esta posición no se ha conseguido sin esfuerzo, unas veces operativo y otras, corporativo.
El crecimiento con adquisiciones es una opción como cualquier otra y Telefónica la ha utilizado. Se hizo adulta aprovechando todas las oportunidades que se le presentaron en Latinoamérica. Se ha hecho grande con la compra de O2, la mayor adquisición en efectivo de la historia europea: 26.000 millones de euros.
Así que Telefónica sabe lo que es pagar para crecer. También sabe que la competencia muchas veces es corporativa, de gigante contra gigante que puede sacar igualmente la chequera para cambiar una situación que su oferta comercial no puede doblegar.
Eso es lo que han pensado sus dos principales competidoras en Reino Unido. Vodafone y Orange están cansadas de perder. Y resulta que la cuarta en discordia, T-Mobile UK, filial de Deutsche Telekom, no pasa por su mejor momento. Su dueña está dispuesta a valorar todas las opciones, incluso desprenderse de ella para terminar con el problema.
Telefónica estaba muy cómoda con su situación, pero resulta que Vodafone y Orange se están moviendo. La primera, según diversas fuentes citadas por la prensa del país, está estudiando la posible compra de T-Mobile UK. La segunda piensa más bien en una alianza, aunque pocos olvidan lo dispuesta que estaba a adquirir hace muy pocas fechas.
La estrategia de ambas está clara: crecer corporativamente. Y Telefónica ha reaccionado, igual que haría ante una nueva oferta comercial demoledora. Si cualquiera de sus dos rivales se hace con la propiedad o el control de T-Mobile UK, los días de liderazgo de Telefónica en el mercado británico estarán terminados. Lo mejor para la española es que todo se quede como está. Pero si no es así, hay que moverse. Si la filial de Deutsche Telekom abre sus cuentas, habrá que estar allí y ver cómo son; es información relevante tanto si acaba en sus manos, como si lo hace en las de un rival o se queda como está. Pero Telefónica puede ir más allá. La entrada de la operadora en el capital de Telecom Italia tuvo mucho que ver con la posibilidad de que lo hicieran otros, sobre todo el magnate mexicano Carlos Slim. Fue un movimiento defensivo que se tornó en ofensivo. Si lo ha hecho una vez, puede repetirlo, siempre que, una vez forzada a dar un paso que no hubiera dado en otras circunstancias, le cuadren las cuentas y la estrategia.
Claro que también tiene que cuadrar el deseo regulatorio. El problema del reparto del mercado en Reino Unido es que casi cualquier suma de dos de las cuatro grandes -la quinta es Hutchison y su tamaño es mucho más reducido- lleva a una concentración que el regulador puede considerar inadmisible. Tanto Telefónica como Vodafone superaría con T-Mobile UK -y con los clientes de su filial Virgin Mobile- el 50% de las líneas celulares del país. Pero si el regulador puede ceder para Vodafone, ¿por qué no para Telefónica?