El tesoro de 'La Mercedes', más cerca de España
El juez del 'caso Odyssey' reconoce el derecho del Estado sobre el barco.
Como en las leyendas de piratas, hace dos años, en mayo de 2007, la empresa especializada en rescatar barcos hundidos Odyssey Marine Exploration sacó de las profundidades marinas, del fondo del Atlántico, el mayor tesoro hundido de la historia: 17 toneladas de monedas antiguas de oro y plata, valoradas entonces en unos 500 millones de dólares (352 millones de euros).
Hasta aquí, el romanticismo pirata. Los siguientes capítulos de la historia los protagonizó la dura pugna entre el Estado español y la empresa cazatesoros por la propiedad del pecio y su contenido. Pero muy lejos de las espadas, la batalla se ha estado desarrollando en un juzgado de Tampa (Florida).
El Cisne Negro, nombre en clave con el que Odyssey bautizó la nave hundida, ha resultado ser Nuestra Señora de las Mercedes, una fragata de la Armada española que se hundió en combate contra la flota inglesa el 5 de octubre de 1804 frente a las costas del sur de Portugal. En su dictamen, el juez Mark Pizzo dictaminó ayer que acepta completamente los argumentos del Gobierno español al respecto de la identidad del barco. Por lo tanto, declaró que no tiene jurisdicción sobre el caso y que el tesoro debe ser devuelto a España porque, dada la identidad del pecio, la carga está sometida a la inmunidad soberana. Este principio otorga el derecho a las naciones a proteger sus sitios y su patrimonio histórico (que incluye barcos hundidos) de cualquier expolio, perturbación no autorizada o explotación comercial.
La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, mostró su satisfacción por la decisión del juez de Tampa y afirmó que "crea un precedente muy importante, en cuanto a futuros hallazgos". González-Sinde recordó que la empresa tiene 10 días para devolver las monedas a España o recurrir la decisión. También pueden optar al recurso la República de Perú y los descendientes de los tripulantes del barco.
Pero Odyssey no se va a rendir sin presentar más batalla. Tal y como remarcaron desde la empresa a Cinco Días, la decisión de Pizzo es una "recomendación, no una sentencia firme". Esto implica que este plazo de 10 días para devolver las monedas no comienza a contar hasta que un juez de una instancia superior ratifique la decisión de Pizzo. Fuentes de Odyssey aseguraron que "mandarán un escrito de objeción al mismo juzgado que realizó la recomendación. En caso de que el juez superior acepte la decisión en su sentencia, recurriremos este dictamen ante una instancia superior", afirmaron.
El director general de Odyssey, Greg Stemm, manifestó, por su parte, su sorpresa por el dictamen judicial y señaló que su compañía "ha cumplido escrupulosamente con la ley". "Me parece equivocado que el tribunal haya encontrado pruebas suficientes para identificar que el pecio es Nuestra Señora de las Mercedes y que ni Odyssey ni los descendientes de los propietarios tienen ningún derecho legal sobre él", afirmó Stemm. "Confío en que el juez o el tribunal de apelación reconozca el vacío legal de la reclamación presentada por España", agregó.
Un navío en misión de guerra
La documentación presentada por el Gobierno español demostró que la fragata estuvo en servicio militar activo con la misión de proteger al Estado español y a sus ciudadanos. Para ello, se incluyeron material fotográfico y otras pruebas como cañones, anclas, armas y efectos personales
El abogado representante de los intereses de España en este caso, James Goold, destacó además en su acusación que Odyssey era consciente de que se trataba de una fragata española, por lo que actuó en secreto. La empresa siempre negó este extremo.
Hundida por el oro americano
A principios del siglo XIX, la Armada británica tenía orden de apresar a los barcos españoles provenientes de América, sin estar oficialmente en guerra.En noviembre de 1802, el Rey Carlos IV ordenó el envío al puerto de El Callao, en Lima, de dos fragatas de guerra para traer a España "caudales y efectos" de América. La Mercedes viajó a El Callao y, en abril de 1804, partió rumbo a Montevideo, donde formó escuadra con otras tres fragatas de guerra. Cuando estaban a menos de un día de Cádiz, el 5 de octubre de 1804, fue interceptada frente a la costa portuguesa por una escuadra británica que hundió La Mercedes.