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Lealtad, 1

Entre Escila y Caribdis

Escila y Caribdis son dos monstruos que, en la mitología griega, convivían en un angosto brazo de mar -el estrecho de Messina-, a tiro de flecha uno de otro, de modo que los marineros que trataban de huir de Caribdis caían en las garras de Escila, y viceversa. Caribdis era un remolino que engullía los barcos, mientras Escila prefería comerse a los marineros. Aparecen en La Odisea e ilustran la situación a la que se enfrentan los responsables monetarios actualmente. Inflación o deflación.

Es cierto que hablar de inflación es algo precipitado, en la medida en que la gran fuerza a la que se ha enfrentado la economía mundial en los últimos meses ha sido la triple D: desapalancamiento, deflación y depresión. Son las consecuencias de una burbuja financiera e inmobiliaria y de su inevitable estallido, cuyas proporciones no se veían desde hacía décadas. Pero, al mismo tiempo, la respuesta de los bancos centrales a esa amenaza ha sido igualmente poderosa, con bajadas de tipos unidas a una expansión del balance -es decir, compra de activos con dinero de nueva creación- de los emisores de moneda; ha sido el movimiento monetario más agresivo de la historia. Según comentaba Morgan Stanley, la relación entre oferta monetaria y PIB está en máximo histórico, y se espera que siga creciendo. Esto se ha reflejado en los precios de las materias primas y en los mercados, y también en las expectativas de inflación.

Son dos fuerzas contrapuestas, y dos riesgos entre los que hay que caminar. Si se evita la deflación, se caerá en el riesgo de inflación -especialmente cuando el mercado de crédito se recupere-, pero la alternativa de que la depresión engulla la economía como Caribdis no es mejor. Y el dilema está sobre la mesa, pues en este sentido cabe entender la declaración de Angela Merkel contra la expansión cuantitativa.

Un escenario inflacionista es, al menos hoy por hoy, descartable. Pero existe la posibilidad de que en un momento dado, todos los esfuerzos por huir de Caribdis nos hagan caer en las garras de Escila. nrodrigo@cincodias.es

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