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Crisis empresarial

Acreedores de GM tienen hasta medianoche para aceptar el plan de reestructuración

Los acreedores de General Motors (GM) tienen hasta la medianoche de hoy para cambiar 27.000 millones de dólares de deuda por acciones de la nueva GM, tal y como ofrecen la empresa y el Departamento del Tesoro, para evitar la quiebra del fabricante.

El Departamento del Tesoro estadounidense ha ofrecido a los acreedores de General Motors un 10% de la nueva GM a cambio de la eliminación de los 27.000 millones que les adeuda el fabricante estadounidense.

Pero hasta el momento, los tenedores de bonos se han negado a aceptar la propuesta.

El pasado 14 de mayo, General Motors informó a la Comisión del Mercado de Valores de EEUU (SEC, por sus siglas en inglés) que si no recibe suficientes ofertas para el canje de la deuda por acciones, se declarará en quiebra.

La empresa ha señalado que necesita al menos que los acreedores que representan el 90% de esos 27.000 millones de dólares de deuda no asegurada participen en el canje.

Las posibilidades de que GM interese al suficiente número de acreedores antes de que termine el plazo parece remota y los mercados reflejaban hoy ese pesimismo.

Las acciones de GM abrieron hoy a la baja en Nueva York y perdían más de un 11% de su valor a media mañana, con una cotización de 1,27 dólares.

De hecho, el presidente de General Motors, Fritz Henderson, ha afirmado que si es evidente que la empresa no puede llegar a un acuerdo antes del 1 de junio, declarará la quiebra antes de ese plazo.

GM está a la espera de que se resuelva la situación de su filial alemana, Opel, lo que podría producirse en las próximas horas.

El Gobierno alemán ha indicado que podría decidir quién se hace con Opel (Fiat o el consorcio liderado por la empresa canadiense Magna) antes del fin de semana.

Una vez resuelto el futuro de Opel y con la certidumbre de que los acreedores no aceptarán la oferta, Henderson podría declarar la quiebra de GM en cualquier momento.

El pesimismo sobre el futuro de GM aumentó en las últimas horas ante las claras muestras de que poderosos círculos políticos de Washington están cada vez más opuestos a los planes de la administración del presidente estadounidense, Barack Obama, para la reestructuración del sector.

La semana pasada, unos 40 miembros de la Cámara de Representantes (en su mayoría republicanos pero también demócratas) exigieron que el Congreso ejerza un mayor control sobre la reestructuración del sector y criticaron el papel que está jugando el Grupo Presidencial del Automóvil (GPA).

GPA fue creado por la Casa Blanca y el Departamento del Tesoro para supervisar la reestructuración del sector pero en la realidad sus integrantes están tomando decisiones, como forzar la dimisión del anterior presidente de GM, Rick Wagoner, que los congresistas consideran excesivas.

Según la cuarentena de congresistas, GPA debería volver a su "papel consejero" mientras el Congreso es quien tiene "prerrogativas legislativas constitucionales".

Además cuatro congresistas republicanos acusaron al secretario del Tesoro, Timothy Geithner, de favorecer los intereses del sindicato United Auto Workers (UAW) frente a los derechos de los acreedores de General Motors.

Los congresistas han recriminado a Geithner de "librar lo que algunos creen es una guerra contra el capital" y acusaron al Gobierno de "pisotear" los derechos de los inversores.

En este enrarecido ambiente político, los acreedores de GM (entre los que se encuentran firmas como Fidelity Investments y Franklin Templeton Investments pero también alrededor de 100.000 inversores particulares que tienen bonos de GM) pueden verse animados a plantar cara a Washington y a la dirección de GM en los tribunales.

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