Fiat asusta en Figueruelas
El consejero aragonés de Economía, Alberto Larraz, ya ha advertido que, sea cual fuere el comprador de Opel, la planta de General Motors en Figueruelas (Zaragoza) deberá asumir importantes sacrificios. Pero, de las opciones formalizadas hasta la fecha, la de Fiat es la que más recelos suscita entre los trabajadores. Paradójicamente, y a pesar de la espectacular irrupción en la puja de la austriaco-canadiense Magna, la italiana se siente favorita, por considerar que es la propuesta con más consistencia productiva y valor industrial.
Los motivos expresados por los trabajadores para desconfiar de Fiat son numerosos. En primer lugar, se teme perder la exclusividad de su producto estrella (el Corsa), que podría ser compartido con el Punto en plataformas conjuntas en Zaragoza y Turín. Ello supondría una importante reducción de costes, pero también un considerable recorte en el empleo.
La previsión de reducir prácticamente el 50% de la producción en la planta zaragozana, si se aplica el denominado Plan Fénix, supondría un durísimo golpe para la fábrica de mayor capacidad en la red mundial de GM. Aunque posteriormente se ha tratado de suavizar el impacto, los trabajadores de Figueruelas lo consideran un punto de referencia.
Pero los temores van más lejos. Mientras Opel ha dependido de General Motors Corporation, el gigante americano ha aplicado en sus plantas europeas "planteamientos objetivos", primando las expectativas de producción, la calidad de las fábricas y la preparación de sus trabajadores frente a otros factores, como la ubicación o las tensiones sociales. La distancia física respecto a la matriz ha favorecido el crecimiento de Figueruelas, mientras fábricas ubicadas en Alemania (sede de la división europea) han recortado su producción e, incluso, se encuentran en riesgo de desaparición, caso de Kausserlauten.
Contrariamente, en Fiat se sospecha un comportamiento mucho más político, que descartaría el cierre de cualquier fábrica en Italia y volcaría el impacto sobre el empleo fuera de ese país.
Además, Fiat y GM son dos viejos conocidos. Sólo hace nueve años, ambos fabricantes suscribieron alianzas estratégicas, que cristalizaron en la constitución de dos joint ventures para articular conjuntamente los segmentos de motores y transmisiones y la gestión de compras. En Figueruelas se recuerda la sociedad GM Fiat Worldwide Purchasing Opel España, que tenía en la planta su cuartel de operaciones.
Parecía un matrimonio feliz, pero la ruptura llegó en 2005. La difícil situación de la compañía italiana provocó que GM solicitara el divorcio, por el que tuvo que pagar cerca de 2.000 millones de dólares. El gigante americano pudo comprar entonces Fiat y, si no lo hizo, fue porque temió agudizar sus problemas financieros, que ya empezaban a insinuarse, con la incorporación de un fabricante con déficit supermillonario.
Como la historia tiende a repetirse, algunos piensan que la italiana podría ser ahora más audaz de lo que fue GM en 2005. Porque a Fiat tampoco le sobra el dinero y necesitará de un fuerte respaldo financiero para una operación que, tras el acuerdo con Chrysler, le convertiría en el primer fabricante europeo y el segundo del mundo. Por eso se ve con mejores ojos la opción de Magna, con una propiedad más repartida y aspiraciones mucho más modestas. Aunque la magnitud de la operación implique avales superiores a los 4.500 millones de euros y también se anuncien fuertes recortes de producción y de empleo.
Los trabajadores reconocen que, con la eventual salida de GM, desaparecerá un modelo de relaciones laborales privilegiadas (parte de los problemas financieros de la multinacional arranca de la financiación de sus planes de pensiones) para ser sustituido por otro más duro y precario.
En este contexto, hoy se reúne el Comité Europeo, con el objetivo de obtener la mayor información posible sobre los planes de los aspirantes. El Gobierno alemán intenta ampliar los plazos de presentación de ofertas, por ver si aparece algún príncipe azul. Pero ya se sabe que esta figura únicamente aparece los cuentos para endulzar los sueños.