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José Manuel Campa

Corredor de fondo

Al nuevo número dos de Economía no le faltará trabajo. Será el encargado, entre otras cosas, de impulsar la reforma bancaria. Todo un maratón.

Corredor de fondo
Corredor de fondo

Notar las gotas de sudor deslizándose por la cara. Luchar contra uno mismo cuando el cuerpo dice basta. Visualizar en todo momento la meta. Y, por encima de todo, no desfallecer hasta alcanzarla. Sensaciones todas estas bien conocidas para los que hayan participado alguna vez en un maratón. O para los que se hayan tenido que enfrentar a cualquier otra tarea titánica. José Manuel Campa (Oviedo, 1964) entra en ambas categorías. Ha corrido varias veces la marcha de los 42 kilómetros y pico en Madrid y Nueva York -logrando posiciones nada desdeñables-. Y se acaba de inscribir en una carrera de fondo no menos exigente y complicada: la de asistir a la vicepresidenta segunda del Gobierno, Elena Salgado, en la labor de hacer lo posible por corregir el rumbo económico del país. æpermil;sa es su responsabilidad como secretario de Estado de Economía, cargo en el que se ha estrenado esta semana.

Ya se sabe que, en toda competición, el triunfo es relativo: depende de los objetivos que uno se proponga. Aunque por el camino se sufra, y mucho. Por eso no se debería esperar de Campa resultados inmediatos a corto o medio plazo. Sin ir más lejos, en su primer cara a cara con los medios le tocó presentar una cifra poco halagüeña: la caída en un 3% del PIB en el primer trimestre. Empieza el desgaste del maratón.

En cualquier caso, se podría decir que Campa llega al puesto de salida bien entrenado. Sería faltar a la verdad decir que su máxima aspiración en la vida era ser secretario de Estado. Pero también lo sería decir que no reúne el perfil anhelado desde Moncloa para localizar al sustituto de David Vegara, su antecesor y amigo.

El corredor ideal para esta carrera tenía que ser alguien con un acreditado conocimiento del sistema financiero, ya que una de las grandes tareas pendientes de la economía española es reformar la banca. El nuevo número dos de Economía tenía también que estar capacitado para consolidar y, a poder ser, mejorar las recientes conquistas de España en relaciones internacionales (participación en las cumbres del G-20, cuotas en organismos internacionales, etcétera).

Esfuerzo, dedicación, disciplina. Valores clave en el deporte y en la vida, como bien sabe Campa, que se encarga de inculcárselos a sus tres hijos. Y que le han permitido ser de las personas mejor colocadas para cumplir los requisitos exigidos a la mano derecha de la ministra de Economía. Al asturiano nadie le regaló nada. Se crió en una familia humilde. Licenciado en Derecho y Empresariales en su tierra natal, pertenece al selecto grupo de españoles que se han doctorado en Harvard. En su caso, en Ciencias Económicas. Allí coincidió, entre otros, con Xavier Sala i Martí, actualmente catedrático de Economía en la Universidad de Columbia, y entabló amistad con estudiantes de su misma generación de la Universidad de Minnesota, entre ellos el ministro de Industria, Miguel Sebastián.

Leyó la tesis en 1991, y desde entonces hasta 2000 dio clases en la escuela de negocios Stern de la Universidad de Nueva York, que le eligió en 1993 profesor del año. Durante la década que pasó en EE UU, el número dos de Economía compaginó la docencia con la asesoría en instituciones financieras, entre las que destacan el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Reserva Federal de Nueva York, núcleo duro de la Fed. Posteriormente, ya en España, fue consultor de la Comisión Europea y del Banco de España.

Su experiencia en el sector financiero salta a la vista. Ha corrido en los principales estadios del mundo. Lo mismo pasa con sus dotes para las relaciones internacionales. Además de ser prácticamente bilingüe -su mujer es, por cierto, estadounidense-, el hecho de haber estudiado en Harvard y de haberse movido por los principales centros de decisión a nivel financiero son garantía más que suficiente de que la red de contactos de Campa, herramienta imprescindible en el mundo de la diplomacia, ya la quisiera para sí más de un ministro.

Pablo Fernández, profesor del IESE, coincidió con el economista asturiano en Harvard. Le invitó a recalar en la prestigiosa escuela de negocios en caso de que volviese a España. Y así lo hizo. Aterrizó en 2000 y, como ya venía haciendo, compaginó la docencia con la asesoría privada. Nunca ha perdido el contacto con el mundo de la empresa.

Pero los que le conocen bien dicen de Campa que es, ante todo, un hombre de equipo. Muy dialogante y multidisciplinar, a la vez que riguroso. Y sensato. No suele establecer barreras con compañeros o alumnos, lo que dinamiza sus relaciones personales y laborales. A nivel ideológico, es una persona muy independiente. æpermil;l mismo se definió el miércoles en su estreno ante la prensa como un "economista mainstream", es decir, de la corriente dominante. No supo dar, confesó, con la traducción apropiada al castellano. Cosas de bilingües. Y, como buen hombre de equipo, dijo sentirse muy "cómodo" con el documento que firmó junto con otros 99 economistas a favor de una reforma laboral. Aunque, matizó, firmarlo no implica más que su conformidad con la idea de que hace falta un cambio.

Pero las carreras, tanto la profesional como la deportiva, no lo son todo en la vida. Campa disfruta viajando los fines de semana con la familia, viendo competiciones varias con sus hijos y acudiendo a fiestas y reuniones de amigos con su mujer.

Como buen corredor, a Campa le motivan los retos. Por eso tardó apenas 24 horas en aceptar su actual cargo. Según comentan en su entorno más cercano, tenía ganas de intentar hacer algo por arreglar las cosas. Aunque ello suponga aguantar el constante foco mediático -no es por casualidad que el maratón es la última de las pruebas en celebrarse en las Olimpiadas-.

El pistoletazo de salida ya ha sonado. Ahora toca sudar, administrar las fuerzas y llegar a meta. A luchar por hacer la mejor marca posible.

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