Los estudios de salud no siempre son saludables
Los médicos aconsejan leer la letra pequeña de los informes científicos antes de fiarse de ellos.

Cuelgue en una web un titular que diga "Los sanalotos previenen el cáncer" y el éxito de lectura estará asegurado. O este otro: "Caminar una hora después de tomar una raja de melón reduce el colesterol". Se dispararán las visitas.
Obviamente, estos titulares son ficticios: los sanalotos no existen. Y el melón, como el resto de las frutas, es un alimento beneficioso en cualquier momento y lugar. No importa. Estas noticias causan expectación porque vivimos en una sociedad que padece los estragos del cáncer y ha convertido la salud en un mito. Por eso, necesita consumir ávidamente cualquier recomendación que alimente la longevidad.
Hoy, un sólo estudio puede hacer que cientos de personas acudan en desbandada a los supermercados en busca de un suplemento alimenticio porque alguien dijo que promete cinco años más de vida. O al revés, que muchas mujeres renuncien a la terapia hormonal sustitutoria porque en el año 2002 un titular alertó sobre sus peligros. Esto no es nuevo. En 1990, prácticamente cualquier alimento que contuviera avena o salvado de avena desaparecía a diario de los supermercados tras divulgarse sus beneficios para controlar el colesterol.
En 1990 los alimentos con salvado se compraban a diario tras divulgarse que ayudaban a controlar el colesterol
En la actualidad, confundidos por la tremenda cantidad de información sobre salud que se publica, una con aval científico, otra con marchamo publicitario, los consumidores se aferran a verdades simples. El problema es que muchos de estos estudios no proporcionan fiabilidad, entre otras cosas, porque quienes los interpretan y los divulgan no suelen ser ni médicos ni especialistas y se quedan en la superficie de las conclusiones. En otras ocasiones, el consumidor simplemente se encuentra delante de una investigación poco rigurosa en el método o parcial, como fue el caso de aquella que anunciaba que el café producía cáncer de pancreas. Y que hoy está absolutamente superada.
"Debe frenarse cualquier noticia que perjudique seriamente la salud. Como las dietas de cebolla para controlar el peso, y de paso la tensión" dice la doctora Nieves Tarín, cardióloga del Hospital de Móstoles y miembro de la Fundación Española del Corazón. La proliferación de datos, titulares y artículos en periódicos y revistas han alertado a las sociedades científicas. Los médicos recomiendan fiarse sólo de las webs especializadas y de los estudios que vienen avalados por las universidades de reconocido prestigio, como Harvard y Oxford en el extranjero, y Granada, Las Palmas o Navarra, en España. Este asunto se acaba de debatir en Londres, donde se celebra el Congreso Europeo de Menopausia. æpermil;sta es una de las disciplinas que más se ha alimentado en los últimos tiempos de las leyendas pseucientíficas.
A juicio del doctor Lluis Serra-Majem, presidente de la recientemente creada Academia Española de Nutrición y Ciencias de la Alimentación, los estudios nutricionales que eligen como protagonista un sólo alimento no son fiables, entre otras cosas, porque la dieta es un compencio de nutrientes. "Un sólo alimento, sobre todo si se trata de un alimento minoritario, no modifica nuestro bienestar corporal", anuncia.
Serra-Majem recomienda no hacer mucho caso de los informes sensacionalistas que acusan a ciertos nutrientes de provocar cáncer y a otros, de evitarlo. "No vaya a ser que dentro de dos años, descubramos lo contrario. Lo mejor es comer de todo, con moderación y placer, y seguir un patrón alimenticio que tenga como guía la dieta mediterránea".
La doctora Nieves Tarín aconseja fiarse exclusivamente de los artículos publicados en revistas científicas, con muestras significativas y continuidad en el tiempo.
El doctor Santiago Palacios, presidente de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, insiste en este punto. "En el año 2002 los primeros estudios sobre terapia hormonal sustitutoria alarmaron a la sociedad, pero investigaciones posteriores han demostrado sus bondades. Sin embargo, muchas mujeres se siguen negando al tramiendo por miedo, por miedo a una noticia", dice. "Este problema se solucionarían charlando media hora con el médico de cabecera, pero, qué médico tiene media hora para dedicarle a un paciente", se pregunta.
Investigación. La fiabilidad depende en gran medida del método de trabajo
No todas las investigaciones ofrecen las mismas garantías. Los más fiables son aquellos que se sostienen sobre revisiones sistemáticas, los menos, los estudios de prevalencia.Revisión sistemática. Tomemos como referencia la relación entre osteoporosis y consumo de vitamina D. En este campo, como en tantos otros, la investigación más fiable sería aquella que realiza un análisis exhaustivo de todos aquellos estudios que han demostrando que tomar vitamina D frena la osteoporosis. Y una vez cotejado con los contrarios, saca conclusiones.Ensayo clínico. Los estudios basados en ensayos clínicos estarían en el siguiente escalón. Estas investigaciones randomizan y utilizan el placebo junto a la sustancia cuyos beneficios se quieren demostrar. Randomizar es un anglicismo proveniente del verbo "to randomize" que significa "distribuir aleatoriamente" o "asignar de forma aleatoria".Estudio de cohortes. En el tercer escalón cabe mencionar a estudios que trabajan con cohortes de población y casos (de enfermedades) y controles. Los individuos de la cohorte son seleccionados por una determinada característica, no tienen la enfermedad de interés y son seguidos durante un cierto periodo de tiempo para observar la frecuencia con que la enfermedad aparece en cada uno de los grupos.Prevalencia. Es un estudio temporal. Permite estimar la magnitud y distribución de una enfermedad en un momento dado.