Salgado abre la puerta a los empresarios
El PP piensa someter a la vicepresidenta segunda a una dura prueba en las sesiones de control
Al margen de las fotos oficiales, Elena Salgado se está reuniendo ya estos días con los principales banqueros y empresarios del país, la mayoría de los cuales faltaron a su toma de posesión. Pedro Solbes no era muy dado a recibirles porque sospechaba que la mayoría iban a pedirle favores. Por eso solía darles largas o derivar las entrevistas hacia otros miembros del Gobierno. Este criterio del ex vicepresidente hizo que entre influyentes personalidades del mundo de la empresa y las finanzas, sobre todo, calara el sentimiento de que el anterior Ejecutivo carecía de interlocutores fiables con el mundo económico, lo que hizo que la Oficina de Presidencia, particularmente en la etapa gobernada por Miguel Sebastián y, con posterioridad, por David Taguas, se convirtiera en la principal puerta de acceso de las inquietudes empresariales al principal inquilino de La Moncloa.
José Montilla convivió con esta dinámica como ministro de Industria hasta que fue nombrado presidente de la Generalitat en 2006. Otro tanto ocurrió con su sucesor en el cargo, Joan Clos. Con posterioridad, el relevo natural en esta interlocución con los principales sectores empresariales lo retomó Miguel Sebastián, después de su precipitado paso por la fallida candidatura a la Alcaldía de Madrid. ¿Qué ocurrirá ahora con la llegada de Elena Salgado a la Vicepresidencia económica? Fuentes muy próximas informan que está poniendo el máximo interés en conocer de primera mano las opiniones, no sólo de la patronal CEOE, sino también de los representantes de los principales sectores económicos del país, al margen de que, como es natural, Miguel Sebastián siga teniendo vía directa con la industria, sobre todo en una etapa como la actual en la que los problemas necesitan soluciones urgentes y que haya ministros accesibles en el Gobierno, con independencia de cómo evolucione el poder que tienen dentro del mismo.
Está por ver si Elena Salgado es capaz de responder a las expectativas que ha generado teniendo en cuenta que la propia estructura del Gobierno hace complicado que la vicepresidenta controle todas las esferas económicas, en particular las que más dependen de Industria como son las de Energía, elevada a rango de secretaría de Estado, Comercio y Turismo.
Sus primeros pasos hacen pensar que Elena Salgado se afanará también en supervisar en primera persona el diálogo con los sindicatos, que ha pasado por etapas bastante diferenciadas en los últimos años. Cuando era titular de Trabajo, Jesús Caldera tenía bastante peso en la dirección federal del PSOE. Ahora, en cambio, la influencia de Celestino Corbacho en la calle Ferraz es mucho más moderada, aunque los matices aquí son relativos porque prima el hilo directo entre José Luis Rodríguez Zapatero, Cándido Méndez (UGT) e Ignacio Fernández Toxo (CC OO). Lo que vale para el diálogo social también vale para la interlocución con los empresarios, reconocen fuentes de la dirección del PSOE. Zapatero hace tiempo que no sólo se mueve con soltura en los ámbitos internacionales, sino que también mantiene una relación fluida, la mayoría de las veces a través del móvil, con algunos de los más importantes empresarios y banqueros del país. Muchos de ellos comparten periódicamente con él mesa y mantel en medio, eso sí, de una gran discreción.
Elena Salgado tiene también a su favor la buena relación que mantiene con el Grupo Parlamentario Socialista, alimentada desde su paso por los ministerios de Sanidad y Administraciones Públicas. Su confianza en el responsable parlamentario de Presupuestos, Francisco Fernández Marugán, es total, aunque también tendrá que apoyarse en el sustituto/a de Inmaculada Rodríguez-Piñero como portavoz de Economía. Aún se desconoce su nombre, aunque José Antonio Alonso, número uno del Grupo, tiene perfectamente definido su perfil: sólidos conocimientos de la materia y buen comunicador/a, esencial para los tiempos que corren. La vertiente parlamentaria será básica en los próximos meses para Elena Salgado, entre otras razones porque el PP piensa someterla a una dura prueba, casi al tercer grado, en las sesiones de control de los miércoles. La comparecencia de Zapatero del pasado miércoles, en la que acudió al Congreso a explicar la reciente remodelación de Gobierno, salvó a la vicepresidenta económica de enfrentarse a un auténtico aluvión de preguntas, alrededor de media docena, que le había preparado como bienvenida el primer partido de la oposición. Habrá nuevas oportunidades porque Mariano Rajoy y Cristóbal Montoro han decidido que sea la segunda responsable del desboque del desempleo. El ministro Celestino Corbacho, que hace unos meses negó que fuera a llegarse a cuatro millones de parados, ya es una pieza de caza menor para el PP. Minar la credibilidad de Zapatero se ha convertido en su objetivo principal, una meta en la que va a intentar comprometer también a la nueva titular de Economía.