La trastienda del tiempo se llena de objetos
Ferias de Ifema. Almoneda propone al visitante un amplio repertorio de mobiliario, artículos decorativos y arte de épocas pasadas para todos los bolsillos.
Una cámara Rolleiflex de 1937 era, en ese tiempo, un instrumento al servicio del fotógrafo. La misma máquina, hoy, es un objeto de culto para los coleccionistas. Ha trascendido su propia utilidad. Poco importa que se le enganche el disparador o que la película fotográfica que utiliza ya no se venda, porque ha adquirido el empaque de los antiguo, el valor del testimonio. Su estética es capaz de evocar pretéritos y conferir exclusividad a la vitrina donde se guarda. Y ese caché, que encierra el signo de la añoranza, embellece por sí mismo.
Ocurre también con otras piezas del pasado: relojes, cajas registradoras, corsés, trajes o lámparas. Todos ellos, con una aplicación antaño, son ahora artículos preciados para los cazadores de tesoros.
A dichas curiosidades, Almoneda -la Feria de Antigüedades, Galerías de Arte y Coleccionismo que este fin de semana arranca en el recinto de Ifema, en Madrid- añade muebles, pinturas, grabados, esculturas, tallas de diversa índole, joyas y un sinfín de obras con más de 50 años de edad. Más de 25.000 artículos para el deleite de los nostálgicos.
'Es un gran bazar con un poco de todo', explica Federico Parra, presidente del Comité Organizador del certamen. 'En los últimos años se han ido incorporando al catálogo motivos tribales -muy en boga en la actualidad-, piezas industriales, mobiliario de la década de los sesenta... cosas que antes ni se podía imaginar que estuvieran', refiere Parra.
Esa cualidad de tremendo cajón de sastre es uno de los mayores atractivos de Almoneda. Pero no el más importante. Tal vez lo que la convierte en una de las ferias con más reclamo en España es la oportunidad para el público visitante de hacer compras a precios muy asequibles. 'Alberga objetos más populares y al alcance de casi todos los bolsillos', recalca el presidente de la organización, quien matiza: 'No tiene nada que ver con otras. Incluso el montaje de los estand resulta diferente. Están dispuestos como una especie de batiburrillo que gusta'. Es por eso que 'la gente se acerca sin miedo'.
En su presente edición -la décimo novena-, la muestra da buena cuenta de ese amplio espectro. A partir de un euro -que cuestan las postales de diferentes épocas presentadas por Santamaría Coleccionismo-, pasando por precios medios -los mantones de Manila de Frivolité, de 350 a 2.000 euros, o las joyas de la galería A. Iruretagoyena, entre 1.800 y 5.400 euros, por ejemplo-, y hasta los 120.000 euros que vale un óleo sobre lienzo, de Lorenart -firmado por Benjamín Palencia en los años cuarenta-, los asistentes pueden encontrar y llevarse a casa piezas de lo más insólito.
No existe, sin embargo, ninguna estimación sobre el volumen de ventas que se realizarán a lo largo del evento y la facturación probable en 2009. Federico Parra señala que 'es imposible hacer previsiones, porque algunos artículos son adquiridos por los propios anticuarios antes de abrir las puertas de la feria, además no se saben todos los precios de salida'. El año pasado, las operaciones ascendieron a 12.083 obras comercializadas, de las 30.000 exhibidas.
La muestra mantiene para los galeristas concurrentes unas condiciones de promoción óptimas, según se deduce de sus comentarios. Para Ana López Escrivá, responsable de Amapola y debutante, la presencia de su firma en Almoneda favorece su difusión publicitaria. 'Aunque poseemos un pequeño almacén que se puede visitar, nuestra tienda vende a través de internet, por lo que esta feria nos ayuda a darnos a conocer', admite. Consuelo Sierra asiste por tercer año consecutivo, después de un periodo de ausencia motivado por causas personales. Esta gemóloga y especialista en joyería y antigüedades lo tiene claro: 'Almoneda reúne a mucho público'.
En 2008, cerca de 24.600 personas recorrieron los pasillos de Ifema en busca de objetos singulares. La idea es alcanzar un índice similar en la actual edición.
Panorámica
Pese a la caída generalizada del consumo y el descenso en el número de expositores -178 anticuarios acuden a la convocatoria de 2009, frente a los 210 del certamen anterior-, el presidente del Comité Organizador hace gala de tono positivo. 'Alrededor de las 180 galerías es una cifra ideal para Almoneda, mucha más participación resultaría desmesurada', zanja.
La causa del recorte podría estar relacionada con la coyuntura económica, que también afecta a este tipo de comercio. Más allá de su cargo en la comisión impulsora de la feria, Federico Parra es un experto del coleccionismo y la tasación. Desde 1985 regenta Los Sitios de Zaragoza, una de las más emblemáticas casas de antigüedades en España. Su dilatada experiencia en este campo le sirve para tener perspectiva sobre la situación del negocio. 'Hace cinco o seis años, alrededor de 2003, vivimos una crisis muy fuerte en el sector. Se produjo un filtro de los anticuarios; entre el 40% y el 50% se quedaron en el proceso', reconoce. Ahora se nota la circunstancia de declive económico general, 'pero las cosas están mejor que entonces', concluye.
A la remontada -sin alardes- contribuyen varios factores. Por un lado, las tendencias del interiorismo moderno han incentivado la atención en el mobiliario y los artículos de decoración con más solera. Se impone el eclecticismo: mezclar el diseño de nuevo cuño con lo vetusto. La base de clientes se ha extendido, así, a nuevos grupos, sobre todo jóvenes que no usaban estos modos. 'Antes, el apasionado de las antigüedades ataviaba su casa por completo', recuerda Parra. 'Hoy, la mayoría de la gente selecciona alguna pieza singular para su hogar'. Por otra parte, el mercado se ha globalizado: 'Han aparecido nuevos compradores de países emergentes, como China, donde se ha creado una burguesía con interés en adquirir'.
Los objetos del pasado conjugan exclusividad y calidad, por lo que en este momento son considerados un valor refugio. Ante la ralentización bursátil y el parón de la construcción, comprar obras artísticas y antigüedades es una inversión recomendable, según dicen los expertos consultados. Quienes se animen a dar el paso, pueden explorar sus oportunidades en Almoneda hasta el 26 de abril.
Un escaparate con caprichos de lujo
Dentro del repertorio exhibido en la feria de arte y antigüedades, ciertos artículos destacan por su originalidad. Son algunos de los objetos más peculiares:Art Decó Circa concurre con un caballo balancín de madera policromada, fechado a finales del siglo XIX, por importe de 4.500 euros.Circa 1900... muestra un piano con su banqueta, elaborados por la firma Nathaniel Berry & Sons y datados en 1925. El instrumento está lacado en verde metalizado y el asiento, tapizado en galuchat. El conjunto asciende a 10.000 euros.L. A. Studio propone una pareja de mueble-cabinet, en madera de ébano de macasar y cebrano -Italia, años cuarenta-, con un valor estimado de 12.000 euros.Marita Segovia acude con ocho sillas Carlos IV del siglo XVIII (14.000 euros).Ptolomeo presenta un mapa incunable de España elaborado por Arnold Buckinck en 1478. Cuesta aproximadamente 16.000 euros.Vendôme sugiere un broche Tremblant -Francia, Tercera República, hacia 1880-. Su composición mezcla oro y plata vista con diamantes. El precio ronda los 20.000 euros.Raquel y Guilhem Montagut expone un relicario bakota -procedente de Gabón, mediados del siglo XIX-. En madera recubierta con finas láminas de cobre y metales. Se comercializa por 30.000 euros.Lorenart tiene en su catálogo dos de las piezas más caras del certamen: un óleo sobre lienzo de José Guerrero -década de los veinte-, por 60.000 euros, y un óleo sobre lienzo de Benjamín Palencia -años cuarenta-, cuyo precio alcanza los 120.000 euros.