El PSOE confía en que Salgado aporte mayor cohesión al equipo económico
Mayor cohesión en el área económica del Gobierno y desactivación, al menos parcial, de la ofensiva del Partido Popular. Estos son dos de los objetivos que, en opinión de fuentes socialistas, persigue José Luis Rodríguez Zapatero con la sustitución de Pedro Solbes por Elena Salgado.
Los continuos enfrentamientos entre el Ministerio de Economía y el de Industria o las distorsiones entre este último departamento y el de Ciencia e Innovación, han restado bastantes energías al Gobierno, recuerdan fuentes socialistas. Parte de estos enfrentamientos se han ido conociendo, pero hay otros que han quedado en el día a día del Ejecutivo sin que nadie acertara a resolver los problemas. Lo mismo pasó, según las mismas fuentes, con los choques que se dieron entre Pedro Solbes y Miguel Sebastián cuando este último dirigía la Oficina Económica de La Moncloa, una situación que se resolvió sólo en parte cuando Sebastián asumió la coordinación de la agenda de Lisboa y, por tanto, elevó su mirada al medio y largo plazo. Después llegó su aterrizaje en el Ministerio de Industria, donde las tensiones con Solbes fueron disminuyendo a medida que se trazaron las fronteras competenciales, pero siempre flotaron en el ambiente las dos estrategias tan distintas de política económica que defendía cada uno ante la crisis.
En la dirección del PSOE y en su Grupo Parlamentario se considera que con estos antecedentes la prioridad de Zapatero será cohesionar el área económica del Gobierno en un momento en el que los desafíos proliferan y el manejo de los tiempos de la crisis escapa a las decisiones que adopte el Ejecutivo, aunque éstas revistan una gran importancia para, como ha recordado hace unos días el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, preparar al país para la salida de la recesión reforzando sus principales fortalezas y dando solución a sus debilidades.
En este sentido, el encargo que Zapatero hará a Elena Salgado como nueva vicepresidenta económica será colocar a todos los departamentos del área económica en una misma frecuencia, definiendo mejor todas sus prioridades. La de Zapatero, por si alguien lo duda, explican las mismas fuentes, sigue siendo la creación de empleo. Esta obsesión del presidente por poner toda la carne en el asador para frenar la destrucción de puestos de trabajo hace concebir a los sectores más ortodoxos del PSOE algunos temores porque, como también ha recordado recientemente el gobernador del Banco de España, se corre el peligro de aprobar nuevos estímulos fiscales sin medir bien las dificultades que encontrará después el Gobierno para recuperar una senda de estabilidad presupuestaria.
Dos estrategias ante la crisis
Desde que se inició la crisis económica, dentro del Gobierno han convivido dos formas de ver las cosas. La de quienes, como David Taguas, ex director de la Oficina Económica, creen que hay que sacrificar cualquier objetivo de déficit con tal de crear empleo a través de un ambicioso programa de inversiones en infraestructuras y la de quienes, como Pedro Solbes, siempre han considerado que para España puede ser más dolorosa la digestión que se abra cuando en EE UU se atisben los primeros síntomas de la recuperación si antes no se han adoptado las medidas pertinentes para introducir competitividad en la economía, ganar en productividad y conseguir que sean asumibles para las cuentas del Estado los estímulos fiscales aprobados para amortiguar en el corto plazo los efectos de la recesión.
En la dirección del PSOE se opina también que Zapatero busca en el perfil de Elena Salgado una especie de cortocircuito a la ofensiva económica desplegada por el Partido Popular en los últimos meses.
Antes de emerger su nombre como sustituta de Pedro Solbes, dentro de las filas socialistas existía el debate sobre la conveniencia de apostar por un perfil mucho más político que el del vicepresidente económico o, por el contrario, apostar por alguien de talante mucho más técnico que dificulte o, al menos, reste credibilidad a las denuncias que el PP viene haciendo en el último año sobre la política económica del Gobierno.
Es evidente, según las mismas fuentes, que Zapatero ha apostado por este segundo escenario, compensado con un aumento del peso político en el resto del Gabinete, con la esperanza de restar margen de maniobra al primer partido de la oposición para ejercer su tarea en el Parlamento.
Malestar
Zapatero tenía pensado regresar la pasada madrugada a Madrid después de cerrar la gira internacional que inició con su asistencia a la cumbre del G-20 en Londres y siguió con la cita de la OTAN en Estrasburgo, la de la UE-EE UU en Praga y, por último, el viaje a Turquía para participar en el II Foro de la Alianza de Civilizaciones. Según Efe, el presidente sopesó la posibilidad de permanecer hasta hoy en Estambul para asistir junto con el primer ministro turco, Recep Tayip Erdogan, a un acto en la Universidad de esta ciudad.
Finalmente, se decantó por volver a España tras cenar con los participantes en el II Foro de la Alianza. En La Moncloa se daba ayer por hecho que el presidente anunciará hoy los cambios en su Gobierno, después del malestar que le produjo el domingo por la tarde ver cómo se filtraban ya los primeros movimientos de la remodelación cuando toda la maquinaria de su Gabinete estaba centrada en explotar a fondo la foto del presidente con Obama.
Para no tener que responder a la curiosidad de los periodistas, la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, suspendió ayer 'por problemas de agenda' la rueda que tenía prevista celebrar después de la reunión de la comisión permanente de su partido.
El PP, mientas tanto, se mantiene expectante ante el baile ministerial que se avecina. Mariano Rajoy, consideró ayer necesarios cambios 'en la tripulación y los mandos intermedios' del Gobierno para afrontar la actual situación económica, pero alertó en declaraciones a Servimedia de que 'el principal problema es el capitán, es decir, el propio José Luis Rodríguez Zapatero'.