El PNV se atrinchera en el dinero de las diputaciones
Ajuria Enea maneja 10.500 millones frente a los 15.000 de los tres órganos forales.
Sendas delegaciones del Partido Socialista de Euskadi (PSE) y del Partido Popular firmaron ayer en el Parlamento de Vitoria el documento programático que permitirá a Patxi López ser investido lendakari del Ejecutivo vasco a final de mes. La previsión es que el nuevo Gabinete se forme en la primera semana de mayo y esté conducido por dirigentes del actual núcleo duro del PSE y por profesionales independientes, algunos de ellos fronterizos con el nacionalismo moderado, que alejen cualquier imagen de frentismo. Sus prioridades están claras y llevan este orden: lucha sin cuartel contra el terrorismo, plan de choque contra la crisis económica, desarrollo del autogobierno, política educativa plural, fomento de la libertad lingüística, mejora de la sanidad y las infraestructuras y reforma profunda de los medios públicos de comunicación.
Todos estos retos serán asumidos por un Gobierno en minoría al que los sindicatos ELA y LAB, de obediencia nacionalista y aberzale, ya han prometido recibir con una huelga general prevista para mayo. En el plano puramente político, el PNV todavía no ha digerido su desalojo de Ajuria Enea, mientras sus dirigentes no ocultan los dos vértices sobre los que descansará en adelante su estrategia: hacerse fuertes en las tres diputaciones forales y apostar por una legislatura lo más corta posible en Madrid.
El refugio en las Diputaciones vascas encuentra pleno sentido si se tienen en cuenta los presupuestos que manejan. La de Guipúzcoa dispone para este año de 4.722 millones de euros, la de Vizcaya de 7.796 y la de Álava de 2.557. El total supera los 15.000 millones, 4.500 más de los recursos que para todo 2009 tiene en sus arcas el Gobierno vasco. En la dirección del PSOE se sospecha que con estas reservas, el PNV puede estar tentado de ensayar una guerra institucional teniendo en cuenta que se encuentra en vigor una Ley de Aportaciones por la que se establecen anualmente las cantidades que deben destinar estos órganos forales a la Hacienda del Gobierno autónomo.
No faltan dentro del PNV voces potentes y autorizadas que reprochan a José Luis Rodríguez Zapatero haber bendecido una fórmula de Gobierno en el País Vasco que terminará por fortalecer al ala dura del nacionalismo encarnada por Juan José Ibarretxe. La actitud que el Grupo Vasco exhibe en el Congreso de los Diputados desde las elecciones del 1 de marzo abona esta tesis. Los seis diputados que este partido tiene en Madrid no sólo no han apoyado una sola iniciativa apadrinada desde el Gobierno, sino que se han sumado a la mayoría de las que ha promovido el Partido Popular colocando al PSOE en serios apuros. La experiencia cosechada en el último mes en el Parlamento invita a pensar, pues, que la pugna institucional en el País Vasco es un escenario algo más que probable, ante el que el Gobierno central y el PSE encuentran escaso margen de maniobra.
El instrumento más eficaz para amortiguar los efectos de la previsible reacción nacionalista consistiría en arrebatar al PNV la Diputación de Álava mediante una moción conjunta de los socialistas con el PP. Sin embargo, este paso alimentaría la imagen frentista que el futuro lendakari está dispuesto a evitar.
Mover ficha en Madrid
Buena parte de las dudas se despejarán en los próximos meses cuando se constituya el nuevo Gobierno vasco y, sobre todo, cuando Zapatero mueva sus fichas en Madrid. El esquema que se maneja en La Moncloa ordena los episodios futuros por este orden: reunión del G-20, explotación de la agenda internacional del presidente, descanso de éste en Doñana con meditación incluida sobre el esperado cambio de Gobierno, los oportunos ejercicios gimnásticos para preparar las elecciones europeas y recomposición de las alianzas parlamentarias en Madrid.
El nuevo Ejecutivo que se constituya en Vitoria el mes que viene terminará de modular la relación con el PNV a partir de algunas de estas decisiones que adopte Zapatero, sin perder de vista que una guerra abierta con las tres diputaciones forales puede terminar por minar buena parte de sus iniciativas.