Lo malo de quedarse a medias
La pregunte a quien se pregunte, la respuesta es la misma: El crac de 2008 afectará a todo. Y modificará totalmente el sistema financiero. El plan Geithner ha sido tan bienvenido por la Bolsa como denostado por economistas de distinta tendencia. Es lo malo de quedarse a medias. La principal crítica al plan viene de que se va a subvencionar con dinero público la compra de activos que los bancos deben sacar de su balance por no haber gestionado bien el riesgo.
Parte de la optimista presunción de que el problema es que los mercados no funcionan y distorsionan a la baja el precio de los activos, lo que a su vez presiona los balances. Pero ni en el mejor de los escenarios este sistema acabará con los problemas del sector financiero.
El aspecto más destacable del plan es que el Estado aporta garantías que permiten a los fondos de inversión un apalancamiento de 14 veces si la cosa va bien sin que este apalancamiento tenga efectos en caso de pérdidas. Eso puede inducir a éstos a tener un mayor apetito por los activos que ahora lastran el balance de los bancos, pero difícilmente generará sobreprecios. Y los bancos pueden vender activos por debajo del valor en libros, pero se resistirán a amortizaciones que no puedan capitalizar, como han hecho hasta ahora.
Probablemente tanto el temor a que el contribuyente pague el rescate esté tan sobrevalorado como el impacto real del plan. Aunque cabe preguntarse los motivos por los que se ha presentado un plan que parece redactado a medias entre las grandes gestoras de fondos -Pimco, Blackrock- y los bancos con sobrepeso.
Lo más probable es que el plan ayude a discernir mejor el alcance de la crisis. Anulado el efecto liquidez se valora mejor el efecto solvencia y Obama y Geithner, entonces sí, deberán elegir qué bancos caen y cuáles nacionaliza. No podrán quedarse a medias. Y probablemente entonces el sector financiero volverá a lastrar las Bolsas. Conviene no olvidar esto ahora que la idea del rebote empieza a despertar un alarmante consenso.