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SpiralFrog, la web pionera de descargas gratuitas de música, echa el cierre

SpiralFrog, la web de descargas que abanderó en 2006 un nuevo modelo de negocio financiado por publicidad que aspiraba a reinventar y dar finalmente rentabilidad la música en Internet, ha echado el cierre. Su web aparece completamente en blanco desde el pasado viernes después de haberse declarado en quiebra y contar con una deuda de 34 millones de euros (unos 25 millones de euros).

El final de SpiralFrog supone un duro golpe para el modelo de la música gratuita financiada por publicidad, puesto que fue la primera iniciativa que encontró el apoyo de la industria discográfica y sobre la que se escribieron ríos de tinta. EMI fue la primera en apoyar el nacimiento de SpiralFrog lo que supuso un cambio por parte de la industria en la percepción de Internet.

Cuando la web se puso finalmente en marcha en septiembre de 2007, contaba con el apoyo del resto de las majors y un catálogo de 800.000 canciones, aunque su servicio sólo funcionaba en Estados Unidos y Canadá.

Sus descargas gratuitas no se podían pasar a CD, pero se podían copiar en dos reproductores musicales, pero las canciones se bloqueaban al cabo de 60 días si no se volvía a visitar su página.

Este modelo resultaba experimental y pionero pero no ha podido superar las crisis publicitaria. Lo curioso del cierre de SpiralFrog es que llega en un momento en el que los proyectos musicales en Internet que viven de la publicidad están teniendo una gran aceptación por parte de los internautas.

El más conocido es el sueco Spotify, que en su versión beta (en pruebas) ya ha registrado más de un millón de usuarios y que ofrece un catálogo inmenso de música a cambio de escuchar cada cierto tiempo algunos spots publicitarios.

La principal diferencia es que Spotify no permite llevarse la música, que se escucha siempre desde su web en streamming. Otros modelos, como Cyloop de Terra o Yes.fm, tienen una oferta gratuita pero al final invitan siempre a la suscripción, en este último caso, de 3,95 euros mensuales, una cifra asequible pero que resulta difícil de aceptar por unos internautas que ya no están acostumbrados por pagar por la música.

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