Ilusiones ópticas en los palacios de Roma
Roma es una ciudad de misterios e ilusiones, donde el genio de los artistas y arquitectos ha dejado numerosos efectos ópticos y trampantojos. Algunos, como la Perspectiva de Borromini, en el Palacio Spada, son muy conocidos.
En uno de los patios del palacio, Francesco Borromini creó un pasillo con columnas de 37 metros, acabado en un jardín con una estatua de un guerrero a tamaño natural. O eso es lo que parece desde la biblioteca: la columnata no tiene más que 8 metros y el guerrero mide apenas 60 centímetros.
Borromini consiguió este efecto mediante la reducción progresiva del tamaño de las columnas, las baldosas del pavimento y los rosetones del techo. La Scala Regia de Bernini, en el Vaticano, está hecha con una técnica similar.
A través de la cerradura de la entrada a la Villa del Priorato de Malta, en la colina del Aventino, se puede disfrutar de una vista espectacular de la cúpula de San Pedro. A pocos pasos surge el Jardín de los Naranjos, cuya terraza también da al Vaticano. Si el caminante se acerca a ella, San Pedro parece cada vez más lejana, mientras que si se aleja, la impresión es que está cada vez más cerca.
La explicación es que desde el punto más lejano de la calle, el asfalto tapa a la vista el espacio entre la terraza y la cúpula, creando la ilusión de que están pegadas. Conforme el observador se acerca, comienza a percibir el espacio entre los dos puntos.
Todavía existen muchos más trampantojos en Roma, como la 'cúpula' de San Ignacio de Loyola (pintada sobre un techo recto por Andrea Pozzo) o una de las ventanas del edificio de la embajada francesa, en el Palacio Farnese (asimismo inexistente).