Hungría y Rumanía alertan de la mala situación económica del este de Europa
Hungría y Rumanía han alertado hoy del delicado estado de sus finanzas públicas y de la banca privada en medio de la creciente preocupación por la solvencia financiera de Europa del Este.
El anuncio lo dio la agencia de calificación Moody's, con un análisis demoledor: Europa del Este es la región más vulnerable ante la crisis y puede arrastrar a parte de la banca de Europa occidental al precipicio después de conceder allí créditos por cerca de 1,5 billones de euros.
El primer ministro húngaro, Ferenc Gyurcsány, subrayó hoy la necesidad de cerrar cuánto antes un paquete de rescate de 100.000 millones de euros para las economías del Este y la Unión Europea (UE) también se mostró más receptiva que en el pasado sobre esa posibilidad.
Hungría es, sin duda, el país más expuesto. En recesión, su moneda, el forinto, se ha desplomado un 25% en medio año.
En octubre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) tuvieron que dar un crédito de urgencia de 20.000 millones de euros para que no declarase una suspensión de pagos.
Más de la mitad de los préstamos a particulares concedidos en Hungría por los bancos -alrededor de 10.000 millones de euros, un 9% del PIB- están concedidos en divisas extranjera, sobre todo en francos suizos.
Con el paro en ascenso y la devaluación del forinto, se teme que una parte de esos créditos jamás se devuelva.
Un panorama con los mismos ingredientes se puede rastrear en toda la región: economías dependientes de una fuerte inversión extranjera, con un abultado déficit por cuenta corriente y con un crecimiento basado en unas exportaciones industriales que han caído en barrena por la crisis económica global.
Desde julio pasado, la moneda polaca, el zloty, se ha devaluado un 40%, la corona checa casi un 30% y el leu rumano un 15%.
Esta situación supone un grave quebradero de cabeza para los bancos extranjeras -italianos, alemanes y austríacos, sobre todo- que poseen cerca de la mitad de los activos bancarios en una región que hasta hace poco era una especie de paraíso inversor.
En Rumanía las cosas también pintan mal. El presidente del Banco Nacional, Mugur Isarescu, reconoció hoy que el país podría necesitar la ayuda del FMI y de la UE para evitar el hundimiento de su economía.
"El sector gubernamental en Rumanía tiene capacidad para financiarse de manera interna, pero en el sector no gubernamental se registra un vacío de financiación", ha afirmado Isarescu sobre la situación de la banca comercial.
Rumanía tiene un alto nivel de deuda externa privada del país, que al 31 de julio de 2008 alcanzaba los 29.130 millones de euros el 31 de julio de 2008, el 42,4% del PIB.
Más de la mitad de los créditos está concedida en euros, con lo que aumenta el riesgo de una ola de morosidad, que afectaría a su vez a los bancos extranjeros que dominan en el sector en Rumanía.
Desde 2004, el volumen de créditos en moneda extranjeras se multiplicó por seis en Rumanía para alcanzar un total de 22.500 millones de euros, que ahora corren peligro no ser devueltos.
En Ucrania, un país de casi 50 millones de habitantes, la situación es cercana a la bancarrota, según el Banco Nacional, y su economía tuvo que ser apuntalada por el FMI con un crédito de 16.400 millones de dólares para salvarla del colapso.
La difícil situación para pagar los créditos se vería empeorada si -tal como advirtió Moody's- la calificación crediticia de los bancos de la región fuese rebajada, lo que aumentaría el coste por intereses.
El país occidental más afectado es sin duda Austria, ya que la región del Este acapara una quinta parte de sus exportaciones y su sistema bancario es el más expuesto en esos países, después de haber concedido créditos por 230.000 millones de euros, el 70% del PIB del pequeño país alpino.
La situación es tal que el gobierno ya no descarta nacionalizar a la banca austríaca, y el vicecanciller federal y ministro de Finanzas austríaco, Josef Pröll, ha completado en los últimos diez días una frenética gira por todos los países de la región para promover un paquete de rescate de 150.000 millones de euros.
Pröll ha subrayado para defender la iniciativa que "no nos podemos permitir actuar cuando la situación sea verdaderamente seria", aunque sus esfuerzos han tenido escaso eco en Bruselas y en Berlín.
Entretanto, la prensa austríaca ha comenzado a preguntarse si Austria puede declararse en bancarrota. La deuda pública, antes cerca del porcentaje de la alemana, ofrece ahora unos intereses próximos a la griega.